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Espectáculos |Lali Espósito

Una mujer verdadera en un mundo de plástico

Con sus picantes declaraciones, la artista expuso esta semana la hipocresía de la sociedad televisiva. Después de todo, ¿a quién no le gusta la comida y el sexo?

Una mujer verdadera en un mundo de plástico
17 de Septiembre de 2017 | 07:28
Edición impresa

“Soy una persona que disfruta y goza de los placeres. Total: me encanta morfar, me encanta cog..., me encanta todo. Como me encanta lo placentero, cuando no me encuentro en ese lugar, me siento incómoda”.

La frase que Lali Espósito le dejó a la revista Gente esta semana estalló en los medios: ¿pero por qué tanto revuelo para una declaración que podría realizar cualquier hijo de vecino? Lo mismo se preguntó, tras el estallido, la propia morocha en Twitter: “Cuando el foco está siempre en lo irrelevante innecesariamente.... Buenas noches lindos y queridos”, disparó, ofuscada.

Es que para alguien que emana la franqueza de Lali, debe ser complejo vivir bajo las luminarias: los fotógrafos la persiguen, se entrometen en su intimidad fotografiándola de vacaciones con su pareja, Santiago Mocorrea, montan guardias en la puerta de su casa ante versiones de romances, pero cuando le ponen un micrófono en frente, y ella no puede dejar de actuar con la naturalidad que es parte de su magnetismo, las repercusiones parecen no tener fin.

Es que vivimos en una era de televisión paradójica: a pesar del destape sexual que comenzó en los 2000 como un modo de calentar la pantalla, y de que hoy la tevé desborda de colas voluptuosas, bailes eróticos y escenas de sexo en las telenovelas, la sexualidad continúa siendo un fetiche, un tabú.

No es la primera vez que la sociedad se sorprende con las declaraciones de Lali: en 2015, la estrella de “Esperanza mía”, una novela infanto-juvenil, rompía con el supuesto comportamiento que debería tener una ídola de las chicos al declarar que “si el sexo no tiene un lugar importante, te convertís en robot: es una gran parte del disfrute de la vida. En el sexo soy muy libre, desprejuiciada... ¿“Gauchita” está bien?”, le decía a Cosmopolitan.

Un año más tarde, mientras era relacionada con varios jóvenes tras su separación de Mariano Martínez, la cantante disparaba enojada que “me gustaría ser tan cog….. como dicen que soy. Tengo un perfil muy matador últimamente”.

“Hay como una locura, no sé, yo me río. No le doy mucha bola”, decía entonces Lali, “curtida” sobre el ruido que generaba su vida. Y buena parte de ese ruido tiene que ver, claro, con que Espósito es una bomba deseada por la platea masculina (padres e hijos): y las frases que Lali suelta desfachatada como es sobre escena no pueden sino alimentar las fantasías de millones de argentinos.

Pero este es un efecto colateral, y no la intención, de Lali: al romper con los prejuicios de lo que debe decir y cómo debe ser una “dama”, la actriz no solo se vuelve una magnética fuente de franqueza en un mundo superficial y marcado por las mentiras y la hipocresía donde es una farándula donde todos son santos pero el pecado da rating; además, enarbola la bandera de una nueva libertad para las mujeres del país, una libertad que colisiona de frente contra una sociedad en la cual pareciera que la mujer no puede decir que disfruta del placer.

¿Por qué deberían sorprender, entonces, las declaraciones picantes de Lali? ¿A quién no le gusta la comida y el sexo? Hasta Ted Cruz, conservador político estadounidense que intentó pasar leyes contra los juguetes sexuales, atrapado esta semana mirando videos porno, no podría responder por la negativa.

Pero es justamente porque la franqueza de Lali rompe prejuicios el motivo por el cual sus declaraciones llaman tanto la atención, y también el motivo por el cual miles de adolescentes abrazan su imagen honesta y desprejuiciada a la ingenuidad manufacturada de otras ídolas teen.

Porque, como dijo ella en la misma entrevista, en una frase que no trascendió, claro, de la misma manera: “Siempre me paré de una manera muy natural: nunca me impuse como quería que me vieran los demás. Soy muy verdadera en un mundo de plástico”.

 

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