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La Ciudad |CASA CHICA, INGENIO GRANDE

Vida en interiores

Para miles de familias, habitar departamentos diminutos es una etapa inevitable y un desafío cotidiano. ¿Cómo se combate el “mamá, papá, estoy aburrido”? ¿Qué se hace los fines de semana? ¿Cuál es el papel de la tecnología a la hora de conectar con el afuera?

Vida en interiores

carla alvo, con sus hijos juana (12) y francisco (7), entre figuritas, redes sociales y salidas al parque / gonzalo mainoldi

30 de Abril de 2018 | 01:27
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CECILIA FAMÁ
cfama@eldia.com

Las casas con fondo, con esos jardines “tanos” llenos de frutales, plantas exuberantes, gallineros y vides, son cosa del pasado. El tránsito es una jungla vocinglera y amenazante, el cemento avanza sobre el verde y como ocurre en tantas ciudades, el devenir urbano platense gira en torno a la creciente atomización y reconversión de los espacios: torres impersonales en vez de hogares singulares, cocheras en lugar de patios. ¿Cómo se gestiona la vida en un puñado de metros cuadrados? ¿Cómo se amplía el horizonte para que los pichones que habitan esos palomares puedan abrir las alas?
 
Aunque muchos chicos siguen gozando de una crianza como la de antaño, con vueltas a la manzana en la bici, idas a tomar la leche en casa de un vecino o picaditos con amigos en la plaza más cercana, se cuentan por decenas de miles las familias que viven en departamentos, con apenas un balcón para colgar la ropa, tomar un mate, sentir la brisa o armar una pista de autos entre macetas para los más pequeños de la casa.

En la búsqueda de entretenimiento, sea debajo del cielorraso o con cielos abiertos que mirar y mantos de césped en los que recostarse, niños y padres se han convertido en verdaderos especialistas en cine. series y juegos de mesa, y guías infalibles para programar paseos al aire libre.

Todos coinciden en que la tecnología es una gran aliada de la vida en interiores. Plataformas como Netflix, por ejemplo, ayudan bastante. Y también, claro, lo siguen siendo el Scrabel, las cartas, los dados, la infinidad de muñequitos disponibles representando personajes de otras tantas series y películas. Pero es cierto que las pelotas y las bicicletas son allí reemplazadas por computadoras y teléfonos. Niños y adolescentes pasan la mayoría de su tiempo conectados, y más aún si sus alternativas se ven acotadas por la espacialidad en la que habitan.

La lucha de los padres para que los niños permanezcan menor cantidad de horas frente a los displays de la computadora, la tablet o el teléfono se reedita en la mayoría de los hogares. Algunos limitan los horarios, pero otros aprovechan las bondades de la fascinación que generan los dispositivos en los chicos para trabajar en la modalidad “home office”, gozar de ratos de relax, y algunas mamás solas incluso para darse una ducha tranquilas.

DEL PUEBLO A LA CIUDAD

Débora Espié llegó de su Coronel Pringles natal a estudiar en la facultad de Bellas Artes de La Plata hace poco más de 8 años. Vino con Fedra, su hija, que hoy tiene 12. “Allá en Pringles me crié en una casa de barrio, tenía cerca un bosquecito y una barranca, a la que siempre iba a jugar, a pasar el rato... Mi hija nació allá, pero está muy acostumbrada ahora a la vida de ciudad. Es más, cuando vamos de visita, yo agarro la bici y voy para esos lugares, pero ella prefiere quedarse encerrada, mirando dibujitos con su abuela... De todos modos, le encanta toda la mística de allá. Le gusta más a ella que a mí”.

Me junto mucho con mamás de compañeros de mis hijos que están en una situación igual”

La plaza es una salida muy frecuente. La vida en departamento tiene mucho aire libre"

La vida en pocos metros cuadrados tiene sus particularidades y más aún cuando se los comparte con chicos. Y aún más cuando uno alquila un departamento y anda mudándose seguido, encontrando cada vez un poco más de espacio y aire libre.

“Desde que vivimos acá ya nos mudamos seis veces; ahora estamos en la zona de 22 y 38, en un PH bastante casita. Fedra está en su pre-adolescencia y hay temas nuevos, como empezar a habilitarle un poco más la calle. Me gustaría desarrollarlo con más naturalidad, pero no lo podemos hacer tan libremente por los tiempos que corren; hay que advertirle sobre muchos cuidados que debe tener”, cuenta Debo, artista plástica a quien se encuentra una vez por mes en la feria “La Tierra Sabe”, de parque Saavedra, con sus macetas, vinilos intervenidos, sahumerios, prendedores y aros que pinta con sus manos.

“Nosotras no tenemos televisión; hay una tele con DVD... nos manejamos con películas. Fedra tiene un celu desde el verano, que le regalaron. Yo no estaba muy conforme, pero bueno, nos sirve para comunicarnos entre nosotras” concede Espié: “muchas veces hay que estar diciéndole ´largalo´; el límite de su uso es una lucha, también pasa con la computadora. Es la edad. Pero por suerte, también le encanta socializar... Acá, aunque la casa es chica, vienen a dormir sus amigas, se quedan despiertas hasta las 4 de la mañana; agarramos la bici y vamos a la plaza; jugamos a las cartas... Fedra siempre jugó un montón”.

La plaza es una salida muy frecuente, casi de todos los días. Para esta mamá y su hija, fue una rutina diaria a la salida del jardín o de la escuela, durante años. “Íbamos a la plaza todo el año y en verano, nos quedábamos hasta la madrugada, yo con un libro, ella jugando. La vida en departamento tiene mucho aire libre... afuera de casa”, dice Débora y agrega que “igual siempre estamos buscando algún lugar con verde; en poco tiempo nos tenemos que mudar, así que estoy mirando los clasificados y si encuentro un lugar con patio o jardín, voy a optar por esa alternativa, aunque quede lejos. Nos va a venir bien a las dos”.

ADAPTARSE

Carla Alvo vivió catorce años junto a su familia en una casa con patio, cama elástica y pileta. Pero desde que se separó del papá de sus hijos, ella y los chicos comparten un departamento de dos habitaciones, de dimensiones pequeñas y sin verde. “Estuvimos en un departamento nuevo, impecable, pero ahora nos mudamos a un PH interno, en la zona de 65 entre 16 y 17. Está cada vez más difícil el tema económico y hay que adaptarse. Nosotros con los chicos le ponemos onda. Decimos que ‘nos está quedando linda nuestra casita’, aunque haya que achicarse cada vez más. Por suerte, con el papá, cuando van, siguen disfrutando de la casa grande”, revela esta policía administrativa que trabaja en la Comisaría de la Mujer y también se da maña con el peinado, el maquillaje, vendiendo libros, y está armando un emprendimiento propio de “spa a domicilio”.

Ahora, en el nuevo hogar, Carla se quedó con la habitación más chica, en la que sólo entra su cama. La más grande se la dejó a los chicos, así tienen más espacio. “Pienso básicamente en ellos. En la última mudanza, me robaron el smart-TV, así que ahora tenemos uno común; cuando pueda reponerlo, lo haré, por ellos, para para que puedan ver todo lo que les gusta”.

Juana (12) y Francisco (7) se adaptan junto a ella a la reducción del espacio para habitar. Fran es un nene al que no le gusta mucho la pelota, pero que sí ama ir a la plaza a andar en monopatín, así que pasan largos ratos en algún espacio verde del barrio. “Por suerte no es muy tecnológico; eso me relaja... porque si no, ahora que no tenemos mucho lugar en casa, me preocuparía” señala Carla: “a él le gusta pintar y dibujar; le gusta mirar películas; adora los libros de actividades y ahora está a full con el álbum de figuritas del Mundial de Rusia. Ahora que nos estamos mudando, y yo estoy ocupada, le compro siete paquetes de figuritas y sé que con eso está como una hora y media, entre que las pega, tacha los números de atrás y esas cosas”.

“El problemita es Juana” -comenta su madre- “que está pegada al celular todo el día. Tiene grupos con amigas, en los que chatean todo el tiempo. También con Instagram, que con el padre se lo controlamos bastante, lo tenemos abierto también nosotros en nuestros teléfonos. Snapchat se nos escapa un poco, pero igual estamos encima”, aclara Carla: “Juana está en edad difícil, con el celu a la orden del día: se sacan fotos, se maquillan y las suben a sus redes. Están en esa”.

Los días de lluvia, como éstos de la transición entre el calor del verano y el fresco del invierno, Carla y los chicos se quedan adentro; Fran mira películas y juega con los Lego y Juana hace fiaca, duerme y chatea con sus amigas. Madre e hijo también comparten algún juego de mesa y básicamente permanecen en casa. Pero cuando hay sol, se van a la plaza. “Preparo el mate y nos vamos toda la tarde. Francisco con su monopatín y Juana conmigo”, describe la vecina del barrio de parque Saavedra.

Sin embargo, a la noche, los fines de semana organizan salidas. “Me junto mucho con mamás de compañeros de ellos del colegio, que están en mi misma situación, solas con los chicos. Vamos a la casa de alguna de ellas que tenga lugar. Viernes o sábado hacemos esos planes; a mí me gusta salir, así que siempre hacemos algo. Nosotras charlamos, ellos juegan. Hay que adaptarse a todo”, resume Carla.

Los chicos también tienen sus propias salidas con amigos, abuelos o con el papá: piyamadas, el cine, la República de los Niños, son parte del recorrido habitual.

CON DOS VARONES, EN UN TRES AMBIENTES

Los varones son más inquietos, movedizos. En eso coinciden Betsabé Gómez y Paolo Romano, porque lo comprueban a diario. En su hogar, un departamento de tres ambientes cercano a la plaza Tacuarí (13 y 60), viven junto a Genaro (8) y Nacho (2), dos pequeños acostumbrados a la vida en interiores durante los días de semana, pero a los que los sábados y domingos hay que llevar a pasear... llueva o truene.

Mi hija nació en Pringles, pero ahora está acostumbrada a la vida de ciudad”
Débora Espié Artistas plástica

Con los chicos le ponemos onda. Decimos que ‘nos está quedando linda nuestra casita’ aunque hay que achicarse cada vez más”
Carla Calvo Policía administrativa

Los días de semana, por los trabajos, estamos en casa y los fines de semana hay que salir sí o sí”
Paolo Romano Agrimensor

Betsabé -a una materia de ser Odontóloga- es de Cutral-Có, Neuquén, y Paolo -agrimensor- de Caleta Olivia, Santa Cruz. Ambos criados en departamentos, pero en barrios en los que se podía salir a jugar a la calle o andar en bicicleta. En La Plata es distinto, pero con los chicos se han acostumbrado: siempre alquilan en algún lugar con cochera, adonde se pueda bajar un rato con la pelota, o a tomar un mate al aire libre, “a correr un poco”.

Tienen muchas rutinas “indoors”: “Genaro dibuja un montón, hacemos competencias de dibujos. Es un nene al que no le gustan mucho el fútbol ni los deportes. Va al colegio, a la Escuela de Estética y en casa está bastante con la computadora o la Tablet” explican: “mínimo, se la pasa con eso tres horas por día, jugando o viendo videos. Mucho no nos molesta, porque aprende bastante, es un medio muy productivo para el conocimiento, tanto para los adultos, como para los chicos, si está bien usado. A él también le gustan los juegos como el Monopolio, las cartas de Pokemon. Nunca fue muy de jugar con juguetes. Pinta, dibuja, usa la tablet, los Lego y los juegos en familia, porque le encanta que estemos todos ahí, con él jugando”.

Nacho es más chico y a la vez más inquieto. Está en la etapa en que hay que subir todas las cosas para que no las agarre, para que no toque todo. Y en poco espacio, se hace difícil. “Por suerte él es más de jugar con juguetes y se pasa mucho tiempo con eso... y es más independiente”, describe Betsabé.

Paolo, por su parte, comenta que “los días de semana, por las actividades diarias, estamos siempre en casa; como mucho, si está el día lindo vamos un rato a la plaza, cerquita, o bajamos a la cochera con la pelota. Pero los sábados y domingos hay que ‘rajar’ sí o sí. Los sábados vamos al skate park de la calle 32, porque a Gena le encanta. A los dos les gusta, pero Nacho es muy chiquito. Nosotros llevamos el mate; nos pasamos todo el sábado... Y los domingos, almorzamos afuera y después hacemos algún paseo: la Repu, el Bosque, Meridiano V... Siempre en algún lugar hay espectáculos u otros chicos con los que jugar. Así salen un poco, corren, disfrutan del aire libre, que en casa tenemos poco”.

Los recorridos de días de lluvia incluyen “cine, comidas rápidas, jueguitos... Cuando está feo te gastás una fortuna, pero bueno, todos necesitamos un poco de aire”, sintetiza Betsabé, que sueña con encarar un préstamo para comprar una casita, aunque sea con un patio chico: “cuando vamos a la casa de mi hermano, en City Bell, los chicos disfrutan un montón. Y ahí vemos la diferencia. Es otra vida. Para nosotros es un proyecto a corto plazo; ojalá se dé, sobre todo por los chicos”.

 

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carla alvo, con sus hijos juana (12) y francisco (7), entre figuritas, redes sociales y salidas al parque / gonzalo mainoldi

débora espié y fedra: el verde como paseo cotidiano / cesar santoro

“La plaza es una salida muy frecuente. La vida en departamento tiene mucho aire libre”

genaro y nacho romano, viajando con los colores / el dia

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