“Bilardo. El Doctor del fútbol”: la serie del Narigón relata el precio de la gloria

“A la gloria no se llega por un camino de rosas”, decía Osvaldo Zubeldía: su discípulo, Carlos Salvador Bilardo, se convirtió en la encarnación de esa máxima, llevando a la Selección al título mundial de México 86, pero a gran costo personal.

Ese sufrimiento personal que causaron las peleas, la presión mediática, las noches en vela, la obsesión y las injusticias, son el eje de “Bilardo. El Doctor del fútbol”, la serie documental de cuatro episodios sobre la vida del ex jugador y entrenador de Estudiantes de La Plata, que se estrenará en la plataforma HBO Max mañana. Una historia que sigue el camino del Doctor en los Mundiales 86 y 90, pero que escapa a la simple reconstrucción del hecho deportivo para colarse en la intimidad de este Bilardo sufriente, dejando la vida para alcanzar la gloria.

Para relatar a ese Bilardo desconocido hacía falta escapar al anecdotario ya conocido del Doctor, ese que suelen relatar los campeones del 86 ya casi de memoria, y buscar el testimonio del entorno íntimo de Bilardo: Gloria, su mujer, y Daniela, su hija, rompen en la serie su habitual silencio, “una de las cosas muy buenas del documental”, afirma, en diálogo con EL DIA, el actor Federico D’Elía, productor de la serie.

Convencer a Gloria y Daniela “no fue sencillo”, confiesa, pero que aparecieran, explica, no se podía negociar: “Solo así podemos conocer mucho más de este personaje. Hay mucho que conocemos de Carlos, pero mucho que desconocemos”.

La aparición de ese círculo íntimo para contar a ese otro Carlos “es una de las grandes joyas de la serie, junto al acceso a su videoteca personal”, dice D’Elía: el Doctor no solo guardaba un gigantesco archivo de videocasetes de fútbol, sino que también, entremezclados, estaban los videos que él mismo filmada de su vida cotidiana, que se verán por primera vez en el documental.

“Tuvimos el privilegio de ver horas y horas de material… pero a la vez era como una condena. Aparecía una caja más y eran 300 tapes, de los cuales 120 eran de Temperley-Los Andes donde había una jugada preparada… y casi nada estaba rotulado. Y entre todo eso, el equipo tenía que encontrar las perlitas, los momentos que cuentan no el hecho periodístico sino una inflexión en ese material que permita describir al personaje, ver un comportamiento que se reitera a lo largo de su vida”, comenta la odisea Ariel Rotter, director de la serie que encontró entre ese material una de las claves para narrar a ese Bilardo humano: abre el primer episodio un video filmado por Carlos, que tiene como protagonista a su hija, aún adolescente, una aparición recurrente en sus videos, como si un sentimiento de culpa, por no verla tanto, por dedicarse de cuerpo y alma al fútbol, lo llevara a filmarla, a intentar aferrarse a esa adolescente que cada vez que regresa a casa está más grande, convertida en otra persona.

Bilardo también filma a su hija en la antesala de su cumpleaños de 15, y en el video avisa que aunque ese día Daniela festeja, él tiene que irse ver un encuentro entre Racing y Deportivo Español. Esas “son perlas que resultaron muy significativas para contar a Bilardo”, momentos cotidianos que abren una ventana a observar la dimensión de la obsesión y el sacrificio de Bilardo, explica Alejandro Turner, también productor de la serie: Bilardo dejó todo, incluso la familia, por ser campeón del mundo.

LA PELEA

También dejó incluso su salud de lado: el acceso al material privado y los testimonios desde el seno familiar “permiten ver lo que Bilardo sufrió en lo personal para lograr lo que logró”, dice Turner, y reconstruyen hasta qué punto afectaban a Bilardo las críticas en medio de la pelea mediática entre escuelas futbolísticas.

“Bilardo es para mi un moderno, que vino a romper el paradigma que dominaba en esa época, de un fútbol más ligado al espectáculo, vino a decir que todo bien con el espectáculo, pero que los partidos se definen con una pelota parada. Y si no, miren todos estos partidos que se definieron con una pelota parada”, lanza Rotter, director también de “La epopeya del León”, que siguió a Estudiantes en su viaje a Abu Dhabi para enfrentar a Barcelona en el Mundial de Clubes 2009.

Esa ruptura de Bilardo implicó sin embargo grandes sacrificios, noches en vela (todos los campeones mundiales cuentan que Bilardo parecía no dormir en México), constantes pruebas de laboratorio, y discusiones con jugadores y medios que no entendían que había un método detrás de la locura. “Eso se contrapone mucho al Bilardo ‘gracioso’, que conocen las generaciones más jóvenes”, dice Turner.

El conflicto que todavía hoy desgarra a la opinión futbolera está contado por su gente más cercana, sus colaboradores y su familia, y también por varias figuras del fútbol, como Oscar Ruggeri, Enzo Trossero, Ricardo Giusti, Diego Simeone, Sergio Goycochea, Jorge Burruchaga, Sergio Batista, Julio Olarticoechea y otros ilustres. Y también aparece para hablar de la grieta César Luis Menotti, su némesis.

“Imposible contar a Bilardo sin Menotti: no podés contar una historia de un personaje con un antagonista tan fuerte, y que ese antagonista no esté”, explica la decisión Turner. “Además, teníamos la sospecha de que el tiempo había puesto las cosas en otro lugar. No esperábamos un reconocimiento de Menotti a Bilardo, pero tampoco se refirió a él sin respeto. Y era lo que deseábamos”.

EL RECORTE

Futboleros, todo el equipo de producción se encontró ante estos personajes y sus relatos, ante esa videoteca infinita, ante “esta figura inabarcable”, como la define Rotter, algo abrumados. “Todo era de un fetichismo hermoso, cada uno quería ver una cosa diferente, a cada uno Bilardo le disparaba algo diferente”, cuenta el director de la premiada “La luz incidente”. Por eso, con todo el material en la mesa hubo que tomar decisiones para contar una historia, “tenía que haber un límite”: quedaron afuera del corte final anécdotas como el ingreso de Gadafi a la cancha de Boca rodeado de ametralladoras, situación que resolvió el propio Bilardo, también material de archivo de Zubeldía, y la misma infancia de Bilardo. La serie se centra en los Mundiales de 1986 y 1990 y desde allí, viaja al pasado para relatar someramente otros momentos bilardeanos.

Allí aparece el inicio de la leyenda del antifútbol, el Estudiantes campeón del mundo; también algunos retazos del Estudiantes campeón de 1982; y los testimonios de Alberto Poletti, Carlos Pachamé, Miguel Ángel Russo y Juan Sebastián Verón, entre otros apellidos ligados a la historia albirroja. La memoria de Zubeldía es protagonista de un momento breve pero muy emotivo.

También hay tiempo en la serie documental para aventuras menos conocidas de Bilardo, como su intento de ser presidente o su paso por Sevilla, que revela desde el testimonio de Claudia Villafañe cómo fue esa tercera etapa en la relación entre “El Narigón” y Diego Armando Maradona.

Bilardo convenció en aquel 1992 a la FIFA de que redujeran la sanción al Diez, prometiendo que él lo iba a llevar a Sevilla. “Todo para intentar que llegue al Mundial 94”, cuenta Rotter. “Este hombre no paró nunca de gestionar, de torcer el destino natural de las cosas para que todo suceda como él quería”.

Para Bilardo, según su propia hija, Maradona era como el hijo varón que nunca tuvo. Y en ese sentido, “es impactante cuánto afectaba en su vida personal su relación con Maradona”, afirma Turner. Pero al Doctor lo tenía en vilo el bienestar de todos los campeones del mundo, y su familia recuerda que incluso cuando estaba en casa, pasaba el día charlando por teléfono con sus jugadores.

“Quería saber siempre cómo estaban. Los agotaba, a todos, pero estaba siempre”, dice de Bilardo uno de los dos guionistas del proyecto, Sebastián Meschengieser, que escribió la serie con Gustavo Dejtiar. “Es el tipo que está cuando una de sus personas de confianza más cercanas tiene dificultades para alcanzar un embarazo. Ahí, acompaña, acompaña, acompaña. Pero después no entra al cumpleaños del bebé porque hay una tortuga que le parece mufa en la puerta del salón”. Esos niveles de neurosis y afán de control, “ese nivel de detallismo y obsesión”, dice Rotter, es lo que lleva a que “su apellido se use como adjetivo: una obsesión bilardista”.

Por supuesto, vivir así se paga: “Me olvidé de vivir”, de Julio Iglesias, suena en la serie documental como una especie de lema que el propio Bilardo alguna vez le confió a sus íntimos: su obsesión por la gloria futbolística se había llevado su vida.

“Carlos se perdió la infancia y la adolescencia de la hija, y se perdió compartir con su mujer casi toda la vida, y no hizo vacaciones… todo a cambio de levantar la Copa del Mundo. Uno ve eso y piensa: ¿yo hubiera hecho lo mismo? ¿Vale la pena entregar la vida, perder tanto, a cambio de la Copa?”, dice Meschengieser, y confiesa: “Yo creo que sí”.

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