Gómez Centurión: un hombre, varias caras

Desplazado de la jefatura de la Aduana, Juan José Gómez Centurión ha quedado en una suerte de limbo, entre las posiciones de sospechoso y de víctima.

Enfrenta una causa penal por una denuncia de presunta corrupción en base a escuchas telefónicas. Pero él jura que loe hicieron una cama por enfrentar a mafias que operan en la Aduana. Y varios referentes del oficialismo (como Elisa Carrió y Federico Pinedo) salieron a bancarlo.

Más allá de esta situación, que llevará tiempo dilucidar, la historia es protagonizada por un personaje singular.

“Eramos muy jóvenes...”, suele decir el ex jefe de la Aduana cuando le preguntan por su participación en los alzamientos carapintadas de la década del ochenta

Gómez Centurión fue soldado y ganó una condecoración como héroe de Malvinas. De aquel pasado conserva una rutina militar. Entrena todos los días entre las 6 y las 9 de mañana.

Fue uno de los comandos que llegó el 2 de abril de 1982 a las Malvinas. Unos años más tarde, participó de los levantamientos de Semana Santa durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Tras retirarse del Ejército, trabajó como gerente de recursos humanos de Cencosud, una de las principales cadenas de supermercados del Cono Sur. Y en 2012 asumió como director de la Agencia de Control Comunal porteña, donde tejió un vínculo de cercanía con el presidente Macri. Su designación al frente de la Aduana no llamó, entonces, demasiado la atención.

Nació el 16 de mayo de 1958 en la capital federal. El 8 de marzo del ’76, dieciséis días antes del golpe de Estado, ingresó al Colegio Militar, del que egresó como subteniente en diciembre de 1979. Por su desempeño en Malvinas al frente de una compañía del Regimiento Nº 25, recibió la Cruz al Heroico Valor en Combate en la batalla de Darwin. “Seineldín nos tomó juramento en secreto y nos mostró el mapa de las islas. Partimos buscando la gloria. Los únicos que sabíamos éramos los oficiales”, recordó en una entrevista.

Contó también cómo disparó contra el teniente coronel británico Herbert Jones, el de mayor rango del ejército inglés en la batalla de Pradera del Ganso. El oficial enemigo cayó muerto y esa baja que se atribuye es cuestionada por el testimonio de un ex conscripto, el cordobés Oscar Ledesma. “Jones fue uno de los que comandó el ataque. Aún no entiendo por qué estaba al frente de ese avance, supongo que nos creyó muertos. Cuando lo vi venir le disparé una ráfaga que alcanzó a herirlo. Aun así intentó tomar una granada, pero con una segunda ráfaga de disparos acabé con su vida”, declaró el soldado en abril de 2012, a treinta años del conflicto, en varias entrevistas periodísticas. Gómez Centurión comentó, en ese contexto: “Me da lo mismo que haya sido el Pato Donald, Barry o Jones”. En realidad, él mató al teniente James Barry, como sostiene el libro Pradera del Ganso, una batalla de la Guerra de Malvinas, del investigador Oscar Teves.

Cuando era un joven comando y paracaidista, tuvo a su cargo a 48 hombres en Malvinas. Cumplió sus 24 años en las islas y regresó detenido después de la rendición. Continuó su carrera militar hasta los 49, cuando se retiró con el grado de mayor.

En varias reseñas sobre su pasado militar se recuerda que en Semana Santa de 1987 se plegó al levantamiento carapintada liderado por Aldo Rico y al de Seineldín en diciembre de 1988, cuando ocupó un cuartel de Villa Martelli.

En su perfil de Linkedin dice que se dedicó al entrenamiento de elementos de combate del ejército, con foco “en la conducción táctica y, fundamentalmente, en el desarrollo de competencias de liderazgo de equipos de alto rendimiento en situaciones críticas”.

Es posible que sus aptitudes como conductor le permitieran progresar en el ámbito privado, donde comenzó a trabajar en 1998. Después de dar cursos en el Colegio Militar, pasó por una empresa de marketing, el Banco Velox (como gerente de Prevención de Ilícitos Bancarios), Cencosud (ocupó la gerencia de Prevención de Riesgos) y la cadena Jumbo (llegó a la gerencia de Recursos Humanos). Muchos de sus ex colaboradores elogian sus aptitudes de mando y liderazgo. Con esa experiencia laboral y después de haber obtenido un doctorado en Ciencia Política en la Universidad Kennedy y una maestría en Estrategia y Defensa nacional en el Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, ingresó al gobierno porteño.

Al frente de la Agencia de Control, libró varias batallas (contra la trata de personas y los talleres clandestinos, entre otras) y se ganó un fuerte reconocimiento de Macri, quien lo consideró “el indicado” para hacerse cargo de la Aduana, un organismo complicado, sensible y afectado por sospechas de corrupción desde hace muchos años.

En el Gobierno le atribuyen a Gómez Centurión varios roces por su personalidad “algo conflictiva”. En la Aduana cosechó “enemigos” en pocos meses

“Yo sabía dónde me metía”, ha repetido en estos días el funcionario desplazado. Lo que quizá no haya sabido es que su desplazamiento iba a ser tan fulminante.

El Presidente -a pesar de considerarlo un “tipo honesto”- no dudó en separarlo del cargo y derivar las denuncias a la Justicia cuando conoció las escuchas que le llevó Patricia Bullrich.

Gómez Centurión se sigue levantando antes de las 6 de la mañana. Ahora es para dar otra batalla: una en defensa de sí mismo. se ha propuesto demostrar que fue “víctima de una maniobra”. Por ahora, ha conseguido algunos apoyos políticos, como el de Carrió y el de Pinedo. Falta que el asunto se dirima en los tribunales, donde se verá -quizá- de qué lado está la verdad.