Inquieta el avance de las llamas sobre los valiosos bosques de la Patagonia

El incendio de bosques nativos que se registra en Cholila y otras localidades del noroeste de Chubut -transformado en las últimas horas en el de mayor magnitud del que se tenga memoria en la Argentina en los últimos 70 años, con una superficie de fuego de 26 por 15 kilómetro, en el que según estimaciones están ardiendo más de 20 mil hectáreas de muy valiosos bosques- otorga una renovada y dramática validez al reclamo de que nuestro país cuente con los recursos materiales, humanos y técnicos suficientes para enfrentar estas contingencias.

De acuerdo a lo informado desde la secretaría de Ambiente de esa provincia el incendio llegó a avanzar a razón de 16 metros por minuto, una referencia que da cuenta del descontrol y magnitud de este siniestro, sobre el cual comenzaron a operar anteayer cinco aviones hidrantes al haber cambiado las condiciones meteorológicas de la región y volverse viables los vuelos que, durante varias jornadas, debieron cancelarse por las enormes columnas de humo que impedían toda visibilidad.

Sin embargo, el pronóstico general no es muy alentador. La falta de lluvias, la poca humedad existente y las elevadas temperaturas conspiran para que el fuego siga arrasando bosques y todo lo que encuentra a su paso. Los observadores aseguraban ayer que, en esta oportunidad, la imprevisión por parte de las autoridades volvió a jugar un papel decisivo.

Respuestas tardías ante los avisos de que se había desatado un incendio, aviones hidrantes que no reúnen –la mayoría de ellos- las condiciones técnicas específicas, ya que son fumigadores y no tienen capacidad de carga como para poder sofocar los distintos focos, conformaron una primera y deficiente respuesta ante las llamas que están devorando bosques de lengas y cipreses centenarios, típicos de la zona y factores primordiales de la belleza del paisaje que brindan las laderas de las montañas.

Ayer comenzaba a temerse por la suerte del parque nacional Los Alerces, ubicado a pocos kilómetros del incendio- Se trata de un invalorable patrimonio forestal conformado por alerces milenarios. La situación allí es especialmente crítica por cuanto se trata de una zona en la que es imposible realizar cortafuegos, como método para evitar que avancen las llamas. Se esperaba que el viento cambiara de dirección y perdiera intensidad, como alternativa para evitar que el parque sufriera las consecuencias del desastre.

La experiencia acumulada en el Sur y la que puede obtenerse de otras naciones donde también existen grandes extensiones de bosques o pastizales y deben combatirse situaciones similares, debiera servir para que, por lo menos, pudieran prevenirse y reducirse los daños que provocan estos siniestros.

Hace décadas que se reclama por la disponibilidad de más y mejores aviones hidrantes para la zona sur y la cordillerana, la existencia de una organización de guardabosques dotada de los medios necesarios, además de la imprescindible asistencia a quienes combaten las llamas, como requerimientos prioritarios. Pero no se han obtenido respuestas que satisfagan, en plenitud, esos pedidos.

Se está hablando, en la mayoría de los casos, de contar con estructuras aptas para luchar contra el fuego, antes de que valiosos patrimonios queden devastados por la desviación de piromaníacos, por la negligencia irresponsable de muchas personas, por los arbitrios del clima o la desidia de las autoridades.