Macri, ante un desafío crucial

La estrella política de Mauricio Macri está en ascenso. Los resultados de las últimas elecciones primarias, sobre todo la de Santa Fe, lo pusieron en un lugar de privilegio para afrontar la carrera presidencial. Pero este domingo debe superar un escollo inesperado, una piedra en el camino que paradójicamente él mismo parece haber puesto. Como si el buen momento que atraviesa lo hubiera animado a mostrar un gesto que afirme su liderazgo.

Por eso el enfrentamiento entre Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta es mucho más que una interna partidaria. Hace rato que la senadora nacional viene en rebeldía con la conducción de Macri, desde que se negó a pasar a la provincia de Buenos Aires, sin aceptar tampoco la candidatura a Vicepresidenta. Y en la campaña previa a las PASO de hoy, sugirió discrepancias con la actual gestión del PRO.

ESCENARIOS

La Argentina suele ser tan cruel con los perdedores, que Michetti sabe que se juega en la elección lo que fue considerado como una primacía indiscutible. Una simple interna partidaria la puede catapultar a una situación de protagonismo en los próximos años o relegarla a un segundo plano. De todas maneras, que dos integrantes del gabinete de Macri apoyen a Michetti, sugiere que la sangre no llegará al río.

Para Rodríguez Larreta, la parada no es tan determinante. El jefe de Gabinete porteño sabe que si no gana la compulsa, aún le quedará espacio de sobra en la campaña de Macri. Y en el PRO todos dan por descontado que será funcionario de una eventual gestión de su jefe político en la Presidencia de la Nación, en un lugar destacado. Pero los dos candidatos se juegan la posibilidad cierta de ser primeras figuras y de poner su nombre en la marquesina política nacional.

Aquellos que conocen el comportamiento electoral de los porteños, observan que la Capital Federal se divide en tres partes: la zona sur, la norte y el centro de la ciudad. En la primera, los votantes se inclinarían por Michetti, en la segunda por Larreta, mientras que la tercera será realmente el escenario que definirá la elección.

Se trata de la famosa “Línea Rivadavia”, en la que solía imponerse Aníbal Ibarra cuando era jefe de Gobierno, antes de su destitución por la tragedia de Cromañón. En el campamento de Larreta se agarran de las encuestas de la consultora Poliarquía, que en las últimas semanas lo mostró despegándose de Michetti por más de seis puntos. Esta noche será un buen momento para evaluar si el sondeo era correcto. Pero lo cierto es que la Primaria del PRO se convirtió en el foco de atención, en desmedro de las compulsas en otras fuerzas políticas.

Las elecciones primarias de la Capital Federal tendrán lugar una semana después de las PASO en Santa Fe, donde todavía no se conocen los resultados definitivos, en lo que significa un bochorno para el Gobierno provincial. Aunque el comportamiento de la dirigencia socialista estuvo plagado de errores en la misma jornada electoral: el candidato Miguel Lifschitz dijo que había ganado la compulsa a las ocho de la noche, sólo en base a una serie de “mesas testigo”.

La Primaria del PRO se convirtió en el foco de atención, en desmedro de las compulsas en otras fuerzas política

El desquicio del sistema electoral santafesino terminó minimizando un debate que había comenzado a gestarse en torno a la figura de Miguel del Sel, entre quienes lo consideran un fenómeno legítimo que surge ante el fracaso de la política tradicional, y aquellos que no lo consideran capacitado para ser gobernador. Aunque el país está lleno de ejemplos similares, sin ir más lejos el del casi indiscutido Carlos Reutemann, que compartió el escenario triunfal con el ex Midachi y que demostró su enojo al afirmar que si sólo pueden gobernar los políticos, habría que reformar la Constitución.

El nutrido calendario electoral que se desarrolla este año registra también una marca en Neuquén, donde este domingo se elegirá al próximo gobernador en comicios directos, sin primarias de por medio. Allí los principales candidatos son Omar Gutiérrez (MPN), Horacio “Pechi” Quiroga (Nuevo Compromiso) y Ramón Rioseco (Frente para la Victoria). Los tres cuentan con respaldos nacionales, en una provincia donde el MPN gobierna hace 53 años.

Pese a ello, el oficialismo recibió la adhesión del renovador Sergio Massa, mientras que Quiroga terminó inclinándose por Macri y Rioseco cuenta con el apoyo del Gobierno nacional. Será una elección que quedará a la sombra de las luces porteñas y también de las cenizas volcánicas, pero aún así se convertirá en otro mojón de la carrera presidencial. En ese contexto, los chispazos saltaron en los últimos días entre el macrismo y el massismo.

A tal punto, que dos dirigentes de confianza de Macri y Massa –el armador del PRO Emilio Monzó y el intendente de San Miguel, Joaquín de la Torre- se encontraron por casualidad en un cumpleaños y cruzaron chicanas que, en algún punto, tuvieron puntos de contacto con la realidad. Por caso, el macrista sostuvo que aceptarían que el líder del Frente Renovador participe de una gran PASO opositora, pero como candidato a gobernador bonaerense.

El intendente massista respondió que Macri nació en Tandil, por lo que también podría postularse a la Gobernación. Lo cierto es que dentro del FR no faltan los que plantean que Massa debería competir en la Provincia, porque de esa manera se aseguraría una victoria opositora en la primera vuelta y sobre todo, se defenderían los municipios propios. Pero el tigrense ratificó el lanzamiento de su candidatura, que concretará el viernes en Vélez.

Allí, reclamará que lo dejen participar de la PASO con el PRO y la UCR, aunque en forma paralela negocia con José Manuel de la Sota y Adolfo Rodríguez Saá un acuerdo que consolide al Peronismo Federal, como el que comenzó a verse ayer con una foto en Palermo. Macri, por su lado, acaba de sellar un pacto en Córdoba para enfrentar al delasotismo el 5 de julio, con una fórmula que encabeza el radical Oscar Aguad y completa Javier Baldassi.

SEÑALES

Con Cristina Kirchner de gira en Rusia, el gobernador Daniel Scioli no hizo ningún intento por copar el escenario interno del oficialismo. Más bien todo lo contrario: pasó la semana en encuentros reservados con empresarios a los que brindó señales de continuidad económica pero también prometió la llegada de inversiones a partir de diciembre. Y dejó trascender que el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, continuaría si él llega a la Casa Rosada.

Scioli ensayó además una encendida defensa de la actuación de la Presidenta en torno al caso Nisman, a cuya denuncia de encubrimiento calificó como un “bochorno”. Lo hizo después de que la Justicia rechazara iniciar una investigación al respecto y cuando empiezan a aparecer elementos que llevarían a la fiscal Viviana Fein a considerar la muerte del fiscal como un acto de suicidio. Habrá que ver cuál será el nivel de credibilidad social de esa determinación.