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Opinión |PUNTOS DE VISTA

Una “amenaza griega” instalada en el Caribe

Una “amenaza griega” instalada en el Caribe

Una “amenaza griega” instalada en el Caribe

ROBERT J. SAMUELSON

29 de Julio de 2015 | 02:40

WASHINGTON.– Nos dicen que Puerto Rico es la Grecia del caribe, y a veces parece serlo. El territorio de Estados Unidos (sus residentes son ciudadanos estadounidenses desde 1917) tiene un montón de problemas económicos. El gobernador Alejandro García Padilla recientemente dijo a The New York Times que su deuda de 72.000 millones de dólares “no es pagable”. Para respaldar la idea, encargó un estudio sobre la economía de la isla a Anne Krueger, economista que fue funcionaria del FMI. Su informe es deprimente.

Desde 2005, la economía de Puerto Rico se redujo un 10%. Su población también está declinando, de 3,8 millones de personas en 2005 a 3,5 millones en la actualidad. La gente se muda al continente donde las perspectivas son mejores. El estado más pobre de Estados Unidos (Mississippi) tiene un ingreso per capita 50 % más alto que el de Puerto Rico. La economía es fundamentalmente no-competitiva, porque la mano de obra está sobrevaluada (un factor señalado recientemente por mi colega del Washington Post, Charles Lane).

He aquí la ácida evaluación de Krueger: “La estadística más elocuente en Puerto Rico es que sólo el 40 % de la población adulta -contra el 63 % en el resto de Estados Unidos- está empleada o busca trabajo; el resto está desempleado o trabaja en la economía gris. ... el resultado es) una sub-utilización masiva de la mano de obra, una producción perdida y competitividad decreciente.”

Krueger cita dos causas: Primero, un jornal mínimo alto y poco realista reduce la contratación. En 1974, el Congreso decretó que Puerto Rico debía adoptar el jornal mínimo de Estados Unidos (ahora, 7,25 dólares por hora), a pesar de niveles de destreza mucho más bajos. Una persona que trabajara a tiempo completo con el salario mínimo en Puerto Rico gana el 77 % del ingreso per capita de la isla; en Estados Unidos, la cifra comparable es 28 %.

Luego, los generosos beneficios sociales desalientan el trabajo. Los puertorriqueños están habilitados para recibir beneficios sociales, estampillas de alimentos, Medicaid (asistencia médica gubernamental para los pobres) y algunos subsidios para servicios. Incluso con el jornal mínimo alto, los beneficios pueden ser más atractivos. Un cálculo halló que una familia de tres personas puede recibir 1.743 dólares en beneficios mensualmente, comparado con 1.159 dólares de dinero que se lleva a casa para un trabajador que gane el jornal mínimo.

Por supuesto, las penurias de Puerto Rico también se deben a otras causas. A menudo se le echa la culpa a la desaparición en fases de una exención fiscal (sección 936 de IRS) en 2006, para laboratorios farmacéuticos y otros fabricantes. Jeffrey Farrow, que manejó las relaciones con Puerto Rico en la Casa Blanca de Clinton, piensa que el papel de esa medida ha sido exagerado.

Grecia y Puerto Rico comparten el deseo de que se los ayude, pero entre ambos hay grandes diferencias

Más importante, sostiene él, fue el alza en los precios del petróleo en los años 70, porque el petróleo era -y aún es- el principal combustible usado para generar electricidad en Puerto Rico.

La consecuencia fue las tasas de electricidad más altas (en el continente, se utiliza muy poco petróleo para producir electricidad). La Ley Jones de 1920 multiplica esa desventaja; requiere que la carga trasladada entre puertos de Puerto Rico y Estados Unidos se transporte en barcos norteamericanos -que son más costosos que los extranjeros-. Finalmente, los acuerdos comerciales norteamericanos beneficiaron a rivales extranjeros. Las exportaciones de Puerto Rico entran en Estados Unidos libres de aranceles; ahora también lo hacen muchas de sus competidores.

Lo que Grecia y Puerto Rico comparten es el deseo de que se los ayude con su deuda. Pero hay grandes diferencias. Para comenzar, la deuda de Grecia (en proporción a su economía) es más del doble de la de Puerto Rico.

Como una cuestión matemática, la defensa de una ayuda a Puerto Rico es más débil. El desafío de Puerto Rico es elevar el crecimiento económico más que reducir la deuda.

La situación no puede durar indefinidamente; es decir, su economía no puede seguir contrayéndose mientras su deuda continúa expandiéndose. Las entidades crediticias no proporcionarán préstamos.

La deuda de Puerto Rico es diferente de la de Grecia también en otros aspectos. La mayoría de los bonos griegos eran obligaciones generales del gobierno. En cambio, los bonos de Puerto Rico son un confuso conjunto de títulos emitidos por diversas entidades con distintas protecciones legales y fuentes de financiación.

“Hay 17 emisores de bonos diferentes en Puerto Rico”, dice Farrow. Eso complica las cosas. Elimina prácticamente la perspectiva de un incumplimiento de pagos general-o la probabilidad de una asistencia general para la deuda. Aún así, el Congreso debe aprobar la legislación HR 870 que permitiría que algunas entidades fueran a la bancarrota.

Eso concedería más palanca de negociación con los acreedores; los acreedores aún retendrían la protección de los tribunales contra la negativa injustificada de los deudores a pagar. Pero la legislación debería también tratar las causas más profundas de los problemas de Puerto Rico: El jornal mínimo debería congelarse; el requisito de la Ley Jones debería revocarse; algunas o todas las corporaciones propiedad del Estado (electricidad, agua y caminos) deberían privatizarse.

Todo esto es debatible. Quizás no ocurra. O podría desencadenar un debate sobre Puerto Rico y su categoría de estado. Si Puerto Rico no revitaliza su economía, arriesga quedarse sin efectivo y coquetear con el caos. Pero el impacto caerá principalmente en Puerto Rico. Se dijo que el destino de Grecia afectaría el futuro del euro y hasta la Unión Europea. No hay consecuencias comparables en este caso. Puerto Rico no es nuestra Grecia.

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