A una semana, todavía no hay detenidos por el crimen en 3 y 51

A una semana del crimen de Pablo Gustavo Duarte, el hombre de 30 años que fue fusilado frente al ministerio de Seguridad tras una pelea en un bar ubicado a 100 metros, todavía no hay detenidos.

Por eso, familiares y allegados a la víctima se movilizaron ayer hasta las fiscalías de 7 y 56, donde se reunieron con el titular de la UFI que investiga el caso, Marcelo Martini.

“Estamos acá para pedir justicia”, confirmaron en la escalinata de los tribunales, además de insistir en el reclamo de que se presenten todos aquellos que puedan aportar datos que ayuden a identificar al responsable.

“Si alguien vio algo o sabe algo, que lo diga, porque ésta es una familia que está destrozada. Queremos que aparezcan los testigos”, dijo la tía de Pablo Duarte, angustiada porque “ya pasaron unos cuantos días y no hay noticias”.

Rocío era la pareja de Pablo y estaba con él cuando se desencadenó el incidente que motivó el crimen: “Pido que las personas que estuvieron con el asesino que hablen, porque ya no son testigos, son cómplices”, comentó a la prensa. Y de dos chicas que escaparon con el homicida, recordó que tienen “pelo largo, negro”. Confirmó que “si veo a esa persona (por el asesino) soy capaz de reconocerla”.

Mientras tanto, los investigadores siguen escuchando declaraciones de personas que estuvieron en el bar de 4 y 51 al momento de los disturbios o pasaron por el escenario del crimen cuando se produjo. También avanzan en el análisis de los registros de varias cámaras de seguridad, mientras aguardan la entrega del material de algunas más, “que se demoró porque los técnicos tienen que venir de capital federal”, explicó un allegado a la causa.

Del auto en el que el asesino huyó con un amigo y las misteriosas jovencitas de pelo largo, sólo se sabe con certeza que es “chico, negro, sin cola y de un modelo que iría de 1998 a 2001”, aportó la misma fuente. Con respecto a la patente, están comparando todas las combinaciones posibles, con marcas y modelos que se ajusten a aquellas características.

Duarte fue asesinado cerca de las 5 de la mañana del sábado pasado, minutos después de que abrió una botella de champagne para brindar con su mujer, sus dos hermanas y la pareja de una de ellas, en el bar Hispano, de 4 y 51.

En esa maniobra habría salpicado a un hombre que estaba al lado, con otro sujeto y dos mujeres. Un episodio que hubiera podido terminar con un pedido de disculpas y la aceptación de las mismas, derivó en un intercambio de golpes que motivó la intervención de los patovicas del pub. Estos echaron a los protagonistas y la pelea siguió a 100 metros, en 3 y 51.

Por lo que cuentan los testigos, el que peleaba con Duarte fue hasta un auto, sacó un arma y le disparó por lo menos dos veces. Luego escapó con sus acompañantes. Pablo cayó al piso con un tiro en el pecho, justo a la altura del corazón, que lo mató antes de que el patrullero que lo trasladaba llegara al hospital San Martín.

En la escena del crimen los peritos encontraron una vaina servida 9 milímetros, el mismo calibre del plomo que los forenses recuperaron del cuerpo de Duarte durante la autopsia. También son 9 milímetros las armas de las fuerzas de seguridad, lo que refuerza la hipótesis de que el asesino sería un policía, aunque los pesquisas no pasan por alto que a pistolas de ese calibre accede cualquiera, en el mercado negro y por una suma irrisoria.

Por ahora, el caso se mantiene impune.