El robo de un cachorro movilizó a Villa Castells

Dos chicas, adolescentes de alrededor de 15 años, fueron hasta la casa de un vecino, llamaron a un cachorro, lo levantaron por el collar y lo pasaron a través de los barrotes de la reja del frente. Después salieron corriendo con el perrito en brazos. Desde su entorno se excusaron diciendo que fue una travesura, aunque el caso había dejado preocupados a sus dueños y estuvo a punto de motivar una denuncia policial. Al final, la mascota fue devuelta a su hogar.

A Marshall, de 50 días, se lo llevaron a las 16 del domingo de una vivienda de 494 entre 4 y 5, en Villa Castells. La filmación de una cámara de seguridad privada registró con claridad cómo el par de jóvenes fue hasta ahí y empezó a llamar al cachorro.

Como cualquier perro pequeño, él fue corriendo hasta el frente de la casa, saltando y moviendo la cola. Una de las chicas se agachó y lo tironeó del collar hasta levantarlo a una altura donde los barrotes estaban más espaciados.

El resquicio seguía siendo angosto para la contextura del animalito mestizo, pero ella igual hizo que lo atravesara a la fuerza. “Teníamos miedo de que se hubiera lastimado las costillas”, expresó Gonzalo Oyarzábal, su dueño, una vez que lo pudo recuperar.

Cuando lo tuvieron en brazos, las jóvenes dieron media vuelta y se fueron rápido. Al parecer no se alejaron mucho: según trascendió, son vecinas de la zona.

La familia que adoptó al cachorro se dio cuenta de su ausencia y publicó en las redes lo sucedido. A la repercusión que tuvo en Facebook se le sumaron las notas de distintos medios. El posteo estuvo acompañado del video donde se ve con claridad arrebatan al perrito de su casa. Los comentarios de indignación se convirtieron luego en otros de alivio.

el reencuentro

Ayer al mediodía Gonzalo estaba contando a un canal de televisión lo que había pasado con Marshall, cuando se acercó “un hombre de unos 40 años, llorando y arrepentido, diciendo que todo había sido una travesura de su hijastra”.

Esa persona, con el cahorrito en brazos, se lo devolvió a su dueño sin decir más. “Pidió disculpas, dio media vuelta y se fue”, recordó Oyarzábal, en diálogo con EL DIA.

Después del control veterinario, la familia volvió a estar completa: “Mi hijo de dos años estaba triste y preguntaba todo el tiempo por él. Nuestra otra perra no había comido. Cuando el nene se reencontró (con su mascota) estaba como loco”, celebró Gonzalo.