Tensión por una entradera en el barrio San Carlos

Un joven de 17 años salió ayer por la tarde de su vivienda del barrio San Carlos y se subió a la camioneta familiar. Pensaba ir hasta Punta Lara para disfrutar del río. Pero no lo dejaron.

Dos motochorros le cruzaron el paso cuando estaba por arrancar y uno de ellos, tras apuntarle con un arma de fuego, lo obligó a descender del vehículo.

Así, tras colocarle una pistola en el cuello, le ordenó que volviera con ellos a la casa, de 33 entre 139 y 140, donde estaban al menos sus padres y una hermana adolescente.

TRES MINUTOS DE TERROR

Según lo relatado más tarde a EL DIA por Laura Torres (47), la mamá del joven abordado por los delincuentes, “cuando mi hija vio a su hermano con los ladrones, uno de los cuales le apuntaba con el arma en el cuello, comenzó a gritar”.

Esa situación alarmó al padre, quien al salir al patio a ver qué pasaba, se topó también con similar escena.

“Mi marido trató de calmar a los ladrones y enseguida le dio los 1.300 pesos que tenía en la billetera. Pero igual, le pidieron que se tirara al piso”, reveló Laura.

Al percatarse de que las cosas venían bastante difíciles, “yo misma les entregué otros 500 pesos que tenía guardados. Pero pedían más plata y también oro y joyas. Nos decían que debíamos tener todo eso. `Con la casa que tienen, deben tener más para darnos` mencionaban para tratar de conseguir más cosas materiales”, explicó la mujer.

“Pero en definitiva, se fueron con 2.000 pesos, dos celulares y la alarma de la camioneta”, una Hyundai Santa Fe, agregó.

Precisamente, uno de los asaltantes, no conforme con el botín obtenido, intentó llevarse ese rodado de alta gama.

Sin embargo, no logró su cometido. Y de acuerdo a lo señalado por Laura, “no se la pudo llevar, porque es automática y no supo manejarla”.

Contrariado por esa circunstancia, “el ladrón dejó la llave en la camioneta y se llevó la alarma”, contó Laura.

“Después huyeron en la moto con la que vinieron. Todo esto duró tres minutos, pero fueron bravos. Inclusive el más petiso, porque el cómplice era flaco y alto, revoleaba la mano con el arma”, acotó.

NO FUE LA PRIMERA VEZ

La mujer citó también que “hace unos años ya nos habían robado acá. Pero esa vez fue cuando no estábamos, porque nos habíamos ido a celebrar la Navidad a otro lado”.