Gran Bretaña se prepara para una nueva boda real
| 7 de Enero de 1999 | 00:00

LONDRES.- La reina Isabel II de Inglaterra anunció ayer el matrimonio del príncipe Eduardo con Sofía Rhys-Jones, declarándose encantada y sin duda con la secreta esperanza de que el menor de sus hijos, considerado como el único distinto entre los descendientes directos de la reina -y a veces también el rebelde-, logre lo que sus tres hermanos no pudieron hacer, es decir, poner fin a la serie de escandalosos divorcios que marcó para siempre la historia de la familia Windsor y llevó a la monarquía británica a un nivel de desprestigio tal, que la llegó a poner en peligro.
No se precisó la fecha de la boda, pero la pareja señaló que espera concretarla "a fin de la primavera o en el verano" (en el hemisferio norte). El anuncio oficial fue el paso siguiente al formal pedido a las respectivas familias para casarse, que se realizó entre Navidad y Año Nuevo.
"Las dos familias están encantadas con el acontecimiento", recalcó el comunicado del palacio de Buckingham. El primer ministro británico Tony Blair y su esposa utilizaron palabras similares para saludar el anuncio, declarándose "absolutamente encantados" por esta boda.
El casamiento es la primera buena noticia para la reina después de años difíciles, marcados por los sucesivos divorcios de su hija Ana (que después volvió a casarse) y de sus dos hijos Carlos y Andrés, en medio de escandalosas relaciones matrimoniales que empañaron la imagen de la monarquía inglesa. Como si no fuera suficiente, el signo trágico se dio con la muerte de la princesa Diana Spencer, la mujer que debería haberse convertido en la princesa consorte.
Sofía Rhys-Jones, de 33 años de edad, con quien el príncipe mantiene una relación amorosa desde hace cinco años, es plebeya, como lo era Sarah Ferguson, ex esposa del príncipe Andrés. Hija de un empleado de oficina, fue criada en los suburbios de Londres y trabaja en una agencia de relaciones públicas. Sus padres se declararon "sumamente contentos por Sofía y por el príncipe Eduardo". "Apreciamos siempre la compañía de Eduardo y creemos que forman una pareja maravillosa", dijeron en un comunicado emitido en el pueblo de Kent (sur de Inglaterra) donde viven.
El anillo de compromiso ya fue elegido. Fabricado por el prestigioso joyero Asprey Garrard, está compuesto de tres diamantes en una montura calificada de "moderna".
Eduardo, séptimo en la línea de sucesión al trono, es el único de los cuatro hijos de la reina Isabel que no se ha casado nunca y tiene una imagen que lo distingue del resto de los Windsor. Después de una breve carrera militar (sólo permaneció seis meses en la Royal Navy), se dedicó al teatro, donde trabajó como asistente de producción, aunque su carrera teatral se vio bruscamente interrumpida por el cierre de la compañía que lo empleaba.
Después de los escenarios, optó por la televisión, fundando una empresa productora independiente que realiza documentales. Considerado siempre como el rebelde de la familia real, sobre todo después de dejar la marina real y dedicarse a la carrera de actor, Eduardo dejó escapar una risa nerviosa al declarar que eran "grandes amigos" y Sofía sonrió ampliamente al decir que luego de la boda seguirá su trabajo "como todos los días".
Más allá de si podrán evitar el final escandaloso de los matrimonios de sus hermanos, lo cierto es que Gran Bretaña tiene ante sus puertas una boda real diferente a las anteriores. No sólo se trata de un desafío, luego de tantos fracasos, sino que quedó muy en claro que la boda no será ni un cuento de hadas, ni de novias vírgenes.
Tampoco el reino se paralizará para ver, con la boca abierta, a los novios en el altar. El príncipe Eduardo, el único hijo soltero de la reina Isabel de Inglaterra, contraerá nupcias con su prometida, Sofía Rhys-Jones, tras cinco años de una relación moderna.
Los novios, con el recuerdo aún fresco de las ostentosas bodas reales de los hermanos mayores de Eduardo, cuyos casamientos terminaron en divorcios, optaron por una ceremonia más sencilla. La actitud de la pareja refleja una nueva imagen de la deslucida monarquía británica. "Se trata de una pareja muy moderna. Espero que el Palacio de Buckingham mantenga un perfil bajo y no desvirtúe las cosas", dijo el experto en protocolo, David Starkey. "Creo que hemos superado la idea de que los matrimonios de la monarquía son una especie de símbolos para la nación, y si no lo hemos hecho, es tiempo de que lo hagamos", agregó.
Eduardo y Sofía, ambos con más de 30 años y con carreras profesionales muy exitosas en los medios de comunicación, tienen planeada una boda muy simple en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor. Ambos se negaron a utilizar las grandes carrozas, con adornos de oro, para transportarse por las calles de Londres, en medio de enormes vallas que contenían a los ciudadanos ingleses vitoreándolos desde las veredas, como sucedió en 1981 durante la boda de la fallecida princesa Diana y el príncipe Carlos, heredero de la corona.
"Casarse es un asunto muy personal. Es evidente que habrá mayor interés de parte del público en nuestra boda, pero es algo muy personal y es en verdad una fiesta familiar", dijo Sofía en su encuentro con la prensa.
Sofía conoció a Eduardo hace cinco años, cuando ayudó a organizar un torneo de tenis con fines caritativos. Es una hermosa joven rubia, con mucha confianza en sí misma que, algunos dicen, se parece a Diana.
Cuando se le preguntó si quería seguir su trabajo luego de su matrimonio, Sofía dijo: "claro, seguiré trabajando como todos los días".
Eduardo, de 34 años, ha sido visto siempre como el rebelde de la familia real. A pesar de la furia de su padre, abandonó la carrera militar para trabajar en el mundo del teatro y luego fundó su propia compañía productora de televisión. Eduardo y Sofía han pasado fines de semana juntos e, incluso algunas noches en el Palacio de Buckingham, lo que refleja la nueva actitud de la realeza en Gran Bretaña.
No se precisó la fecha de la boda, pero la pareja señaló que espera concretarla "a fin de la primavera o en el verano" (en el hemisferio norte). El anuncio oficial fue el paso siguiente al formal pedido a las respectivas familias para casarse, que se realizó entre Navidad y Año Nuevo.
"Las dos familias están encantadas con el acontecimiento", recalcó el comunicado del palacio de Buckingham. El primer ministro británico Tony Blair y su esposa utilizaron palabras similares para saludar el anuncio, declarándose "absolutamente encantados" por esta boda.
El casamiento es la primera buena noticia para la reina después de años difíciles, marcados por los sucesivos divorcios de su hija Ana (que después volvió a casarse) y de sus dos hijos Carlos y Andrés, en medio de escandalosas relaciones matrimoniales que empañaron la imagen de la monarquía inglesa. Como si no fuera suficiente, el signo trágico se dio con la muerte de la princesa Diana Spencer, la mujer que debería haberse convertido en la princesa consorte.
Sofía Rhys-Jones, de 33 años de edad, con quien el príncipe mantiene una relación amorosa desde hace cinco años, es plebeya, como lo era Sarah Ferguson, ex esposa del príncipe Andrés. Hija de un empleado de oficina, fue criada en los suburbios de Londres y trabaja en una agencia de relaciones públicas. Sus padres se declararon "sumamente contentos por Sofía y por el príncipe Eduardo". "Apreciamos siempre la compañía de Eduardo y creemos que forman una pareja maravillosa", dijeron en un comunicado emitido en el pueblo de Kent (sur de Inglaterra) donde viven.
El anillo de compromiso ya fue elegido. Fabricado por el prestigioso joyero Asprey Garrard, está compuesto de tres diamantes en una montura calificada de "moderna".
Eduardo, séptimo en la línea de sucesión al trono, es el único de los cuatro hijos de la reina Isabel que no se ha casado nunca y tiene una imagen que lo distingue del resto de los Windsor. Después de una breve carrera militar (sólo permaneció seis meses en la Royal Navy), se dedicó al teatro, donde trabajó como asistente de producción, aunque su carrera teatral se vio bruscamente interrumpida por el cierre de la compañía que lo empleaba.
Después de los escenarios, optó por la televisión, fundando una empresa productora independiente que realiza documentales. Considerado siempre como el rebelde de la familia real, sobre todo después de dejar la marina real y dedicarse a la carrera de actor, Eduardo dejó escapar una risa nerviosa al declarar que eran "grandes amigos" y Sofía sonrió ampliamente al decir que luego de la boda seguirá su trabajo "como todos los días".
Más allá de si podrán evitar el final escandaloso de los matrimonios de sus hermanos, lo cierto es que Gran Bretaña tiene ante sus puertas una boda real diferente a las anteriores. No sólo se trata de un desafío, luego de tantos fracasos, sino que quedó muy en claro que la boda no será ni un cuento de hadas, ni de novias vírgenes.
Tampoco el reino se paralizará para ver, con la boca abierta, a los novios en el altar. El príncipe Eduardo, el único hijo soltero de la reina Isabel de Inglaterra, contraerá nupcias con su prometida, Sofía Rhys-Jones, tras cinco años de una relación moderna.
Los novios, con el recuerdo aún fresco de las ostentosas bodas reales de los hermanos mayores de Eduardo, cuyos casamientos terminaron en divorcios, optaron por una ceremonia más sencilla. La actitud de la pareja refleja una nueva imagen de la deslucida monarquía británica. "Se trata de una pareja muy moderna. Espero que el Palacio de Buckingham mantenga un perfil bajo y no desvirtúe las cosas", dijo el experto en protocolo, David Starkey. "Creo que hemos superado la idea de que los matrimonios de la monarquía son una especie de símbolos para la nación, y si no lo hemos hecho, es tiempo de que lo hagamos", agregó.
Eduardo y Sofía, ambos con más de 30 años y con carreras profesionales muy exitosas en los medios de comunicación, tienen planeada una boda muy simple en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor. Ambos se negaron a utilizar las grandes carrozas, con adornos de oro, para transportarse por las calles de Londres, en medio de enormes vallas que contenían a los ciudadanos ingleses vitoreándolos desde las veredas, como sucedió en 1981 durante la boda de la fallecida princesa Diana y el príncipe Carlos, heredero de la corona.
"Casarse es un asunto muy personal. Es evidente que habrá mayor interés de parte del público en nuestra boda, pero es algo muy personal y es en verdad una fiesta familiar", dijo Sofía en su encuentro con la prensa.
Sofía conoció a Eduardo hace cinco años, cuando ayudó a organizar un torneo de tenis con fines caritativos. Es una hermosa joven rubia, con mucha confianza en sí misma que, algunos dicen, se parece a Diana.
Cuando se le preguntó si quería seguir su trabajo luego de su matrimonio, Sofía dijo: "claro, seguiré trabajando como todos los días".
Eduardo, de 34 años, ha sido visto siempre como el rebelde de la familia real. A pesar de la furia de su padre, abandonó la carrera militar para trabajar en el mundo del teatro y luego fundó su propia compañía productora de televisión. Eduardo y Sofía han pasado fines de semana juntos e, incluso algunas noches en el Palacio de Buckingham, lo que refleja la nueva actitud de la realeza en Gran Bretaña.
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