Un centro vecinal que crece con el esfuerzo del barrio

Deja la cuchara con la que extiende la mezcla y afirma sin dudar que "este Centro es un ejemplo bueno no sólo para los chicos, sino también para nosotros, los grandes del barrio". Se llama Mauricio, tiene 44 años, está casado, tiene dos hijos y es albañil desocupado. Su casilla de madera, prolijamente pintada de verde, está justo enfrente del Centro San Cayetano. Junto a otro vecino, Raúl (43, casado, 4 hijos), están poniendo el piso de lo que será consultorio pediátrico "para controlar a los chicos", agrega el padre Juan Carlos Di Camillo, motor social y espiritual del amplio dominio de su parroquia, San Cayetano.

Cuenta el sacerdote que la ampliación del centro, ubicado en la zona más pobre del barrio San Carlos, obedece al crecimiento de la demanda social. "En el año 2001 atendíamos a unas 2 mil personas. Ahora son 8 mil y pasaron sólo dos años. Vienen de San Carlos, El Retiro, asentamientos nuevos y hasta de Los Hornos. Son familias sin trabajo que viven del cartón o de changas o de los 150 pesos de algún plan. Cuando vimos que la demanda crecía conseguimos que la Municipalidad nos donara hace tres años un terreno en San Carlos. A partir de ahí la tarea fue enteramente nuestra y de la misma gente del barrio que colabora, como Mauricio y Raúl. Así fuimos levantando el Centro, haciendo rifas, festivales a beneficio. ¿Sabe cómo lo empezamos? Era mi cumpleaños y pedí como regalo materiales para empezar la construcción".

Hoy cuenta con un amplio salón construido con bloques, baños completos, cocina, un salón para talleres, horno de barro, una cancha de fútbol con sabor a potrero, una huerta pequeña porque es sólo para aprendizaje, un horno de barro para pan y pizzas y los futuros nuevos salones, para poder atender a los chicos "de manera diferenciada según edades", explica Daniel Manrique, vicepresidente del Centro y hombre de parroquia. "Aquí vienen 120 chicos del barrio a los que se les da merienda reforzada, ayuda escolar, deportes, manualidades y también se capacita a los padres en huerta, alimentación y otros talleres. Está íntegramente a cargo de voluntarios que cocinan, dan clases, hacen todo. No recibimos alimentos ni leche de ningún lado. Nos manejamos con donaciones. Atendemos a unas 50 familias del barrio que a su vez cuidan ellos mismos su Centro".

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