En qué quedaron los viejos conventillos de la región

Fueron el símbolo de una época llena de expectativas. Hoy están olvidados y destruidos

Tal vez su olvido de años se deba a que fueron unas de las primeras edificaciones que tuvo nuestra región, o porque en ellas nunca vivieron familias de nombres lustrosos sino anónimos obreros. Sea por uno o por lo otro, o por ambas cosas a la vez, lo cierto es que ya casi nada queda de los míticos conventillos que se levantaron en La Plata, Berisso y Ensenada a fines del siglo XIX y principios del XX.

Por aquella época, estas coloridas edificaciones solían albergar a los italianos, españoles y polacos que llegaban a nuestra tierra en busca de un futuro más promisorio. Comenzaron a construirse en 1880 y contaban con casi diez habitaciones cada una, todas con salida a un patio de uso común y la norma de compartir los baños y la cocina.

Hoy, mucho tiempo después de aquellos años donde todo era expectativa, entrar al universo de estas viejas casas de inquilinato es sumergirse en una historia de abandono. Pueden ser las de la calle Nueva York, en Berisso, o las míticas de la ribera ensenadense. Sean unas u otras, la realidad actual va a ser la misma: chapas y maderas en pésimo estado, instalaciones precarias y, desde ya, el peligro latente de que todo se venga abajo de un momento a otro.

Algunas siguen siendo el refugio de familias humildes, pero lo que antes era una postal pintoresca, febril y casi alegre, hoy luce como una de las tantas caras de la pobreza más cruda y cotidiana.

A la hora de rastrear los orígenes de estas construcciones, el arquitecto Fernando Gandolfi apunta algunas diferencias entre los conventillos locales y los porteños: "los de acá no atravesaron el proceso de decadencia que sí lo hicieron los de capital federal. En Buenos Aires, la idea de conventillo tiene que ver con importantes casas que fueron abandonadas por sus habitantes a raíz de la fiebre amarilla de fines del siglo XIX; al quedar sin nadie, sus piezas fueron alquiladas al poco tiempo por varias familias que compartían los baños, la cocina y el patio. Acá, en cambio, fueron concebidas como casas de inquilinato desde un primer momento".

Un ejemplo de esto es la mansión para obreros de Berisso: "esta edificación -cuenta Gandolfi- fue levantada en 1920 por la Unión Católica Argentina, y forma parte de un proyecto de la época centrado en la necesidad de dotar de viviendas 'dignas e higiénicas' a los sectores populares. Esto se dio básicamente en la zona portuaria, pero no tanto en el casco fundacional de la ciudad".

Una mirada similar es la que aporta Alberto Antonini, presidente del Foro Ciudadano de Defensa del Patrimonio Cultural de La Plata: "en La Plata estas casas no llegaron a tener las características sociales del conventillo propiamente dicho, algo que sí ocurrió en Berisso o Ensenada".

Con todo, además de la mansión obrera de la calle Nueva York o los conventillos ensenadenses, en el casco urbano platense pueden mencionarse algunos ejemplos paradigmáticos: los conventillos de 11 entre 56 y 57, los que alguna vez estuvieron en 13 entre 48 y 49 o los clásicos de 16 y 51, cuya fachada luce desde hace años en pésimas condiciones.

Estos edificios, que comenzaron a poblar el eje fundacional en la década del 80, pertenecen a la tipología que se conoce como casas de cuatro puertas. El nombre les viene del hecho de que están organizadas en cuatro unidades funcionales arriba y otras tantas abajo, con accesos independientes.

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