"La Posta", un espacio para crecer en barrio Centinela
Estudiantes de Trabajo Social y adolescentes del lugar responden a carencias de la zona
| 14 de Junio de 2004 | 00:00

El Centro de Fomento Centinela de 171 y 46, es un gran tinglado vacío, con piso de cemento alisado y puertas de chapa que dejan rendijas por donde el frío de la puesta de sol se filtra y hiere de manera implacable. En el medio de ese gran espacio, sólo una mesa con seis sillas. Sentados, Mariana Grosso abrazando a su pequeño Agustín, enfundado en ropa de abrigo; a su lado, Germán Dunrauf con las manos protegidas en los bolsillos, ambos estudiantes de Trabajo Social y con ellos, Flavia, Layna y Mirna, alumnas del colegio del barrio. Todos ellos integran "La Posta", una aventura comunitaria y juvenil tejida desde la solidaridad y la vocación profesional que busca, al decir de Mariana, "la creación de espacios donde los jóvenes sean protagonistas, es decir, que no sean sólo espectadores de la vida, sino que hayan creado su espacio para compartir saberes, valores, en donde se escuchen, se conozcan, espacios de producción y de utopías". A partir de esos espacios los jóvenes tiraron el ancla en su barrio y ante la realidad cotidiana comenzaron a elaborar y a dar sus propias respuestas a los problemas que detectan.
Son más, pero el frío hizo disminuir la concurrencia a la cita. Forman parte de este emprendimiento, Silvana Ucin, Mercedes Utrera y Claudelina Pavón de Trabajo Social; Carlos Cuenca, amigo que se sumó a la propuesta y una decena más de adolescentes entre 14 y 24 años, habitantes del barrio Centinela. Allí crearon "La Posta" y gracias al Centro de Fomento que les abrió sus puertas, han organizado cine debate, exposiciones, torneos deportivos solidarios con comedores de la zona, charlas abiertas, visitas para interiorizarse a comedores comunitarios y a la escuela, tareas preventivas y también editan "La Posta", un periódico que comenzó siendo radial y pasó a escrito, en donde en su primer número brindan prevención contra el sida y a partir de un reportaje con los directivos, muestran la realidad, necesidades y logros de la escuelita del barrio. Pero fundamentalmente, La Posta es un espacio propio en donde están creciendo, haciéndose cargo de sus realidades y carencias y en donde elaboran salidas plurales y comunitarias porque han descubierto que nadie se salva solo.
LUCHA CONTRA LA ADVERSIDAD
El pasado 27 de mayo EL DIA dio a conocer datos muy duros sobre la realidad juvenil bonaerense: el 50% vive debajo de la línea de pobreza y de ellos, el 38,8% es indigente; 1 de cada 5 no estudia ni trabaja; el 13% de las madres bonaerenses tiene menos de 19 años; el 23,18% vive en casas precarias. "No es fácil ser joven en una sociedad que no les da la oportunidad de proyectar un futuro y la imaginación se quiebra ante la vida de todos los días que pone condiciones materiales de existencia de mierda para muchos, pero en especial para los chicos", explica Mariana. A partir de allí, hace casi tres años, un puñado de estudiantes de Trabajo Social hizo su práctica con los adolescentes del barrio Centinela, en Olmos. La práctica terminó a los pocos meses, pero ellos siguieron enganchados. "Porque hay que mantener los espacios que ellos construyen y nos quedamos en el barrio por la necesidad de estar junto a ellos, que mantienen todas las pilas pese a la adversidad. Y verlos, estar con ellos, te llenan de pasión". Y todo se hace a pulmón, porque no reciben ni un peso ni nada por el trabajo que hacen.
Flavia, Layna y Mirna, cuentan que "queremos colaborar en la parte de salud. Vinieron los de "Autoconvocados" y dieron una charla preventiva, pero queremos ampliar a todo salud reproductiva. Hicimos entrevistas al comedor, a la escuela, preguntando necesidades, deserción, por qué los chicos dejaban la escuela, porque queremos colaborar". La idea es trabajar el barrio y movilizarlo a partir de los jóvenes y sus iniciativas.
Cada jueves, viernes y sábado, con frío helado o llovizna, siempre aunque sea uno de los jóvenes de Trabajo Social está presente y los adolescentes del barrio lo saben. Ya tienen su nombre reconocible y si alguien pregunta por "La Posta", sabrán indicarle el lugar de reunión y sus horarios. Pero ellos son del barrio, es lo propio, su realidad a transformar. Para los jóvenes de Trabajo Social esa pasión que habla Mariana nacida de la praxis y del afecto mutuo con ese grupo de chicos del barrio Centinela. "El sentido de la práctica fue aportar con mis compañeros, a generar, potencializar, esas capacidades creadoras que tienen los adolescentes para tratar de transformar lo que les causa dolor, propiciar su autonomía e impulsar sus propios proyectos". Y en eso están. Cada jueves, viernes y sábado armarán la mesa en el gran salón vacío y empezarán a tejer utopías y a ser pacientes porque tienen la certeza que, como decía Pablo VI, "la realidad de hoy fue la utopía de ayer".
Son más, pero el frío hizo disminuir la concurrencia a la cita. Forman parte de este emprendimiento, Silvana Ucin, Mercedes Utrera y Claudelina Pavón de Trabajo Social; Carlos Cuenca, amigo que se sumó a la propuesta y una decena más de adolescentes entre 14 y 24 años, habitantes del barrio Centinela. Allí crearon "La Posta" y gracias al Centro de Fomento que les abrió sus puertas, han organizado cine debate, exposiciones, torneos deportivos solidarios con comedores de la zona, charlas abiertas, visitas para interiorizarse a comedores comunitarios y a la escuela, tareas preventivas y también editan "La Posta", un periódico que comenzó siendo radial y pasó a escrito, en donde en su primer número brindan prevención contra el sida y a partir de un reportaje con los directivos, muestran la realidad, necesidades y logros de la escuelita del barrio. Pero fundamentalmente, La Posta es un espacio propio en donde están creciendo, haciéndose cargo de sus realidades y carencias y en donde elaboran salidas plurales y comunitarias porque han descubierto que nadie se salva solo.
LUCHA CONTRA LA ADVERSIDAD
El pasado 27 de mayo EL DIA dio a conocer datos muy duros sobre la realidad juvenil bonaerense: el 50% vive debajo de la línea de pobreza y de ellos, el 38,8% es indigente; 1 de cada 5 no estudia ni trabaja; el 13% de las madres bonaerenses tiene menos de 19 años; el 23,18% vive en casas precarias. "No es fácil ser joven en una sociedad que no les da la oportunidad de proyectar un futuro y la imaginación se quiebra ante la vida de todos los días que pone condiciones materiales de existencia de mierda para muchos, pero en especial para los chicos", explica Mariana. A partir de allí, hace casi tres años, un puñado de estudiantes de Trabajo Social hizo su práctica con los adolescentes del barrio Centinela, en Olmos. La práctica terminó a los pocos meses, pero ellos siguieron enganchados. "Porque hay que mantener los espacios que ellos construyen y nos quedamos en el barrio por la necesidad de estar junto a ellos, que mantienen todas las pilas pese a la adversidad. Y verlos, estar con ellos, te llenan de pasión". Y todo se hace a pulmón, porque no reciben ni un peso ni nada por el trabajo que hacen.
Flavia, Layna y Mirna, cuentan que "queremos colaborar en la parte de salud. Vinieron los de "Autoconvocados" y dieron una charla preventiva, pero queremos ampliar a todo salud reproductiva. Hicimos entrevistas al comedor, a la escuela, preguntando necesidades, deserción, por qué los chicos dejaban la escuela, porque queremos colaborar". La idea es trabajar el barrio y movilizarlo a partir de los jóvenes y sus iniciativas.
Cada jueves, viernes y sábado, con frío helado o llovizna, siempre aunque sea uno de los jóvenes de Trabajo Social está presente y los adolescentes del barrio lo saben. Ya tienen su nombre reconocible y si alguien pregunta por "La Posta", sabrán indicarle el lugar de reunión y sus horarios. Pero ellos son del barrio, es lo propio, su realidad a transformar. Para los jóvenes de Trabajo Social esa pasión que habla Mariana nacida de la praxis y del afecto mutuo con ese grupo de chicos del barrio Centinela. "El sentido de la práctica fue aportar con mis compañeros, a generar, potencializar, esas capacidades creadoras que tienen los adolescentes para tratar de transformar lo que les causa dolor, propiciar su autonomía e impulsar sus propios proyectos". Y en eso están. Cada jueves, viernes y sábado armarán la mesa en el gran salón vacío y empezarán a tejer utopías y a ser pacientes porque tienen la certeza que, como decía Pablo VI, "la realidad de hoy fue la utopía de ayer".
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