Los pibes se divierten y aprenden en la Universidad

Durante las vacaciones las facultades abrieron sus puertas a los chicos

Sembrar, regar los surcos y comer brócolis a la hora de la leche, aprender sobre los dinosaurios y el trabajo de los paleontólogos, sobre las manchas solares y la composición de los planetas. Todo eso y más pone la Universidad al alcance de los chicos durante las vacaciones de invierno, dando lugar así a un encuentro divertido con profesores y estudiantes avanzados que comandan una oferta de talleres, en los que conviven los objetivos de entretener y estimular la incorporación de conocimientos.

La oferta se ha hecho un lugar en una agenda que propone en la Ciudad espectáculos de todo tipo y estrenos cinematográficos. En la casa de altos estudios enriquecieron así el atractivo que ya ofrecen el Museo de Ciencias Naturales y el Observatorio.

Ultimamente se ha sumado la facultad de Agronomía, con un programa diseñado por las cátedras de Terapéutica Vegetal, Zoología Agrícola y Horticultura, que permite a chicos de entre 6 y 11 años ingresar a los laboratorios y predios de experimentación en los que investigadores y estudiantes universitarios realizan sus tareas en forma cotidiana.

"Aprendimos a cultivar de distintas formas, a hacer surcos", contaba Paula Rodríguez mientras acomodaba sobre la tierra movida un espantapájaro de cartón y papeles de colores. El muñeco custodiaba unas diminutas plantitas de lechuga que Paula cultivó junto a otros chicos en un predio de Agronomía.

La chica que algo conoce de la vida del campo (estudia en la escuela agraria de Bavio) disfrutó del encuentro con los docentes universitarios: "no cuenta que sea la Universidad donde estamos. Se trata de hacer algo durante las vacaciones, divertirse y ver algo nuevo", dijo.

A unas pocas cuadras del predio de Agronomía (60 y 118), donde una veintena de chicos ya se aprestaba a degustar verduras, Estela Lozano salía del Observatorio junto a sus tres chicos. "Me parece que esto es un poco más instructivo para ellos. Los talleres son bárbaros y ahora quiero llevarlos al Museo de Ciencias Naturales", contó la mujer que esta vez eligió los talleres coordinados por alumnos avanzados de la carrera de Astronomía en lugar del cine.

"Vimos las caras de la luna por el telescopio y las manchas solares. Además hicimos un cometa. También nos enseñaron el peso que tendríamos si estuviéramos en la luna, yo pesaría 5,83 kilos", apuntó Tomás en la puerta del Observatorio. Entre otras actividades, el Observatorio ofreció a lo largo de la semana pasada el taller "Los latidos del tiempo", que muestra a los chicos el origen del universo, de la vida y la aparición del hombre. Como el recorrido es interdisciplinario también visitan el Museo y el Zoológico.

La jefa del servicio educativo del Museo de Ciencias Naturales e investigadora de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC), Mónica López Ruf, señaló que el diseño de actividades en las que hay un mix de entretenimiento y educación también es "parte de nuestro quehacer universitario. Se trata de traducir el lenguaje científico como para que el público pueda entender".

"Si bien no aprenden como en una clase formal, lo que se pretende es que tomen contacto con los temas y también sacar ideas arraigadas o conceptos mal enseñados, como por ejemplo que el sol es una bola de fuego, cuando en realidad es una esfera de gas", agregó el secretario de Extensión del Observatorio, Roberto Venero.

"Fósiles. Historia de Vida" es un taller del Museo abierto a toda la familia en el que se puede conocer sobre el trabajo que realizan los paleontólogos y el desarrollo de la vida en el planeta. Primero hay una proyección en el auditorio del Museo y después, grandes y chicos pueden darse el lujo de tocar un fósil de milodonte (un mamífero que apareció hace 60 millones de años y convivió con el hombre).

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