Cómo funcionan los rellenos sanitarios y qué es la Ceamse

Con un capital accionario compartido actualmente en partes iguales entre el gobierno de la Provincia de Buenos Aires y el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Coordinación Ecológica Area Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE) fue creada en 1977. Su área de influencia comprende la capital federal y 34 municipios, con una población de alrededor de 13 millones de habitantes. Allí se concentra el 40% del total de los residuos del país, unas 4.560.000 toneladas anuales -380 mil cada mes-

Desde hace treinta años, entonces, el ente se encarga de la disposición final de los residuos mediante el sistema de "relleno sanitario". Hoy, los predios afectados a ese manejo están en José León Suárez (llamado Norte III, 310.000 toneladas mensuales), González Catán (64 mil toneladas mensuales) y Ensenada (34 mil toneladas cada mes); ya fueron cerrados los que se ubicaban en Bancalari, Villa Dominico, y José León Suárez (Norte I y II). Los municipios y los operadores privados que recurren a CEAMSE pagan entre 30 y 60 pesos por cada mil kilos de basura que le envían, según la "calidad" de ésta -los únicos residuos no admitidos en los rellenos son los líquidos, los "barros" riesgosos, y los "peligrosos" -inflamables, corrosivos, tóxicos, radiactivos, y patógenos-.

Los rellenos sanitarios cuentan con módulos acondicionados en el suelo y rodados por terraplenes, cuya parte inferior es cubierta por una membrana de polietileno de alta densidad de 1.500 micrones; el piso de estas celdas tiene desniveles que permiten captar en canaletas y tubos, para su posterior neutralización, los altamente tóxicos lixiviados -líquidos que se forman en la descomposición de la basura con el aporte de filtraciones pluviales-.

Cada jornada, los camiones compactadores que llegan con los residuos desde las calles de la ciudad descargan su contenido al borde de una de las celdas. Luego, una topadora sobre orugas los empuja hacia el interior; y una vez dentro, son vueltos a compactar y triturar por un equipo especial con ruedas de acero hasta lograr una capa uniforme de unos 30 centímetros. El conjunto se cubre con una capa de tierra de 20 o 30 centímetros, también compactada. A medida que los módulos van alcanzando su máxima capacidad se los cierra y se monitorean, mediante la inserción de tubos verticales, los gases -principalmente metano- que expulsan. En nuestro país, la captación y el tratamiento de estas emanaciones está a cargo de empresas holandesas, nacionales y canadienses.

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