Adiós a Bobby Fischer

Marcó una época, dominó el juego y terminó exiliado, lejos de Estados Unidos, su país. Tenía 65 años

REYKJAVIK, Islandia.- El genial ajedrecista estadounidense Robert Fischer, campeón del mundo de ajedrez entre 1972 y 1975, un hombre de fuerte temperamento, hosco y ermitaño, pero un verdadero genio, falleció ayer en esta ciudad a los 65 años.

El gran maestro, quien ganó notoriedad durante la Guerra Fría tras vencer al soviético Boris Spassky, en 1972, murió de una enfermedad no revelada. Fischer obtuvo la ciudadanía de Islandia en 2005, como un modo de evitar ser deportado a Estados Unidos, donde era acusado de traición, por hacer una exhibición en Yugoslavia, en el año 1992.

UN NIÑO PRODIGIO

A los 15 años se convirtió en el Gran Maestro más joven de la historia, tras ocupar el quinto puesto en el Internazional de Potoroz, en la ex Unión Soviética. La genialidad de Fischer, nacido un 9 de marzo de 1943 en la ciudad de Chicago, tiene como punto de partida a un coeficiente intelectual de 184, cuando el denominador común del resto de los mortales es de entre 100 y 110.

Su padre, Gherard Fischer, fue un físico alemán que se refugió en Estados Unidos y que abandonó en 1945 a su familia. La madre de Fischer era una enfermera judía, criada en Suiza, llamada Regina Wender, quien además tuvo una hija llamada Joan, seis años mayor que Robert.

Precisamente su hermana Joan, quien prácticamente lo crió cuando se trasladaron a Brooklyn (Nueva York), le regaló a Bobby un juego de ajedrez. Ambos aprendieron a jugar y a mover las piezas leyendo las instrucciones de la caja que contenía el tablero.

El ajedrez atrapó el genio y se convirtió en una pasión irrefrenable que lo llevó a abandonar la escuela, pese a los ruegos de su madre y Joan, y dedicar el día entero a estudiar el juego.

A los 7 años se unió al club de ajedrez de Brooklyn, donde su presidente, Carmine Nigro, se encargó personalmente de su formación. Esa obstinación y amor por el ajedrez lo llevó a convertirse a los 14 en campeón de los Estados Unidos y a los 15 en Gran Maestro, en el torneo interzonal de Potoroz, Yugoslavia.

Ya nada detendría al estadounidense, un hombre generalmente malhumorado, con problemas de conducta y que sentía rechazo por la prensa, a punto tal que con 17 años aseguró que sería campeón mundial.

En 1971 Fischer estuvo en Buenos Aires (visitó cinco veces nuestro país) jugando el match que lo clasificó para enfrentar al soviético campeón Boris Spassky en la búsqueda del título mundial. Fischer venció al armenio Tigran Petrossian, en la sala Martín Coronado del Teatro General San Martín, al sumar 6 puntos y medio en la novena partida.

ALCANZO LA GLORIA

Pero la gloria llegó para Fischer el 1 de setiembre de 1972 cuando luego de 21 partidas, se consagró campeón mundial superando a Spassky en Reykjavik. Fischer lloró de alegría, debido a que había cumplido el sueño de ser monarca mundial y romper la hegemonía soviética en el ajedrez, entre 1948 y 1972.

Ese fue el final de su carrera y su última partida oficial. En 1975 tuvo que defender el título frente al aspirante ruso Anatoly Karpov, pero sus exigencias fueron inaceptables para la FIDE y ésta lo despojó del título por incomparecencia.

En 1992 Fisher jugó un encuentro de exhibición conmemorando los 20 años del match ante Spassky (nacionalizado francés) y el mismo se desarrolló en la antigua Yugoslavia, venciendo nuevamente a su rival.

Le costó caro ese viaje al genio, pese a que ganó tres millones de dólares. Estados Unidos había bloqueado Belgrado y su viaje a Yugoslavia fue considerado como una traición a su país y pasó a ser fugitivo del FBI y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

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