Lidia Palacios

Su fallecimiento

La muerte de Lidia Palacios, a los 82 años, enluta a la cultura platense. Ciudadana Ilustre y protagonista destacada del devenir literario, teatral e institucional durante más de medio siglo, fue ampliamente reconocida por su espíritu infatigable, los vastísimos conocimientos que supo compartir sin mezquindades y la inspiración que volcó en decenas de obras.

Hija de Juana Camejo y Pedro Palacios -suboficial de la Marina que a bordo de la fragata Sarmiento fue de los primeros en desembarcar en la Antártida-, hermana de Juan Pedro, Lidia Haydée nació en Ensenada en 1928. Tras cursar los estudios primarios en la Escuela Nº15, y los secundarios en la Escuela Superior de Comercio General San Martín, ingresó en el Conservatorio de Música y Arte Escénico de la Provincia, en el que se graduó como directora teatral.

Su arraigada relación con la literatura tuvo su primer hito en los años '30 del siglo pasado, cuando editó en "El Vocero de la Escuela" su primer poema: "Caminito a mi escuela", que llegó a la revista de Instrucción Primaria de la Provincia. Colaboraciones con los diarios La Opinión, El Argentino, El Plata y EL DIA prolongaron una fecunda carrera que se nutrió, entre otros volúmenes, con "Evasión" (1953), "Límite de la rosa" (1959), "De mi patria y mi gente" (1968), "Trigo infante" (1978), "Argentina Mariana" (1980, ensayo histórico ganador del Premio Santa Clara de Asís), "Las mujeres de San Martín" (1990), y las obras teatrales "El crucificado" (1957) y "La casa azul" (1960). Actualmente trabajaba en "Belgrano; el hombre del Bicentenario".

Columnista radial en las radios Argentina, Universidad y Provincia, donde se desempeñó como directora artística, su compromiso con la comunidad la llevó a formar parte -en ocasiones integrando varias comisiones directivas en simultáneo- de los institutos Almafuerte, Sanmartiniano y Belgraniano, la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), la Sociedad de Escritores de la Provincia (SEP), la Sociedad Argentina de Escritores Tradicionalistas, el Círculo de Periodistas, la Federación de Instituciones, los clubes Euforión, Español y Alborada, el Centro Tradicionalista "La Montonera" y la Asociación de Teatros Independientes. Además, fundó y dirigió el Teatro Los Juglares.

Austera, vivió mucho tiempo en una sencilla casa de 161 entre 42 y 43; ámbito virtualmente rural que le servía de marco para sus minuciosas investigaciones acerca de temas históricos y vinculados con la tradición nacional, que luego traducía como conferencista con el don de transmitir intriga y pasión a la audiencia. Galardones como el Cóndor de Oro y Plata, numerosas menciones y diplomas, certificaron la trascendencia de una voz sutil y personal -a tono con su carácter-, ya fuera evocando los paisajes ribereños de su infancia en la Isla Santiago o ensalzando las virtudes del gaucho, esa "pampa hecha carne que galopa/con vincha de luceros en la frente".

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