Calculan que en La Plata cerca de 2 mil personas son esclavizadas
| 23 de Octubre de 2011 | 00:00
Iluminar. Esa es una de las primeras cosas que hace el fiscal platense Fernando Cartasegna cuando encara un procedimiento en alguno de los prostíbulos que funcionan en la región. Y no es metáfora: ni bien llega, manda a sacar las lamparitas de colores que alumbran los ambientes y las cambia por foquitos comunes. "El simple efecto de la luz blanca -cuenta- permite ver la realidad". Es un contraste que impacta. Lo que antes se insinuaba en tonos rojos, pasa de golpe a mostrar su cara más verdadera y brutal. "Al cambiar las lámparas -dice el fiscal- se ve con claridad la falta de higiene, las malas condiciones de vivienda, el hacinamiento, las lesiones o infecciones de muchas mujeres, los baños sin limpiar, los preservativos usados y las sábanas sucias. Se ilumina lo que nadie quiere ver pero siempre está".
En nuestra región, según denunció la Fundación La Alameda, funcionan cerca de 70 prostíbulos y agencias de acompañantes donde someten diariamente a unas mil mujeres. Una cifra similar es la que estima la Justicia local para las personas que aquí son explotadas en talleres clandestinos de ropa, otra de las actividades que hacen ejemplo de la esclavitud laboral del siglo XXI. Si bien cada rubro tiene sus diferencias, complejidades y códigos propios, tanto uno como el otro palpitan y crecen gracias a dos elementos indispensables: la complicidad de quienes consumen la actividad, por un lado, y la de quien muchas veces cumple un rol totalmente invertido al que debería: la propia policía.
Si La Plata es, luego del Conurbano bonaerense, el segundo lugar de destino de mujeres secuestradas en el Paraguay, y una de las zonas donde actualmente -según estimaciones de la Justicia- operan algo más de 30 talleres clandestinos de ropa, lo es simplemente por la complicidad y el consentimiento de empresarios sin escrúpulos, fuerzas de seguridad, funcionarios y, queda claro, buena parte de la sociedad, tanto de los clientes que consumen el cuerpo de una mujer, en el caso de los prostíbulos, como de aquellos comerciantes que, ya en el caso de la industria textil, recurren a un taller ilegal para abaratar sus costos.
MUJERES EN RIESGO
"Para que haya una red de trata sólo se necesitan tres personas -apunta Cartasegna-: uno que capta, uno que traslada y otro que recibe y explota. Con eso es suficiente, aunque en muchos casos se desbarataron redes de crimen organizado. La Plata era tradicionalmente un lugar de destino, pero ahora se ha transformado mucho en tránsito o de alojamiento para llevarlas al Gran Buenos Aires".
La lista de operativos realizados en los últimos meses es larga: desde un procedimiento en una verdulería de 47 entre 11 y 12, donde una nena de 15 años era sometida a esclavitud, hasta clausuras en prostíbulos como Cats, La Sirenita, La Luna, Cariñositas, VIPs, Alternativa VIP o Residencial VIP. En la zona de la terminal, de hecho, en un solo día se encontraron siete lugares donde las mujeres vivían hacinadas.
CLANDESTINOS
El de los tallares ilegales de ropa es otra de las puntas de un iceberg gigante que nuclea a la trata de personas en todas sus variantes. A nivel local, uno de los ejemplos más contundentes ocurrió el 21 de junio pasado, cuando la Justicia local ordenó diez allanamientos en viviendas de la zona de 27 y 513 y se descubrió a unas veinte personas de nacionalidad boliviana que se encontraban reducidas a la servidumbre en precarios talleres con decenas de máquinas de coser.
En este rubro la esclavitud también está bien organizada. El tiempo de explotación varía si el taller trabaja con clientes fijos o a pedido de temporada, pero casi nunca baja de las 12 horas diarias. En épocas de cambio de temporada, incluso, se sabe que los trabajadores apenas duermen y pueden llegar a turnos de casi 18 horas por día.
Aunque los agentes judiciales creen que los grandes galpones que funcionan ilegalmente en La Plata superan los treinta, saben también que hay otros tantos, tal vez cientos, que operan a escondidas en pequeñas habitaciones donde la justicia no logra llegar. Según la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria, actualmente habría en el país cerca de 10 mil talleres de este tipo.
A nivel local, se sabe de casos donde los dueños de los talleres pusieron avisos en Bolivia o salieron con un auto con parlantes que ofrecía trabajo en Argentina. Así los reclutan, les retienen documentos y les dicen que tienen que trabajar para pagar la deuda generada por los pasajes y la comida. Si bien se explica que el salario fijo nunca lo cobran completo, se sabe que el sueldo máximo al que pueden aspirar no supera los 800 pesos al mes.
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