El platense que vivió el terremoto y decidió volver

Es Guillermo Boyd y daba clases de tango en Tokio. Por miedo a la radiación, ayer regresó a La Plata con su hija y su mujer

Lo cuenta como si aún lo estuviera viendo: "Eran las dos y media de la tarde y terminaba de ensayar. Ese día tenía dos shows. Me puse a preparar café y de pronto sentí que las lámparas y el piso comenzaban a moverse. No es nada, le dije a los que estaban conmigo. Y lo hice porque de verdad lo creía. Siempre hay sismos en Tokio. Son segundos y enseguida todo se normaliza. Pero esta vez fue distinto: pasaban los minutos y las cosas cada vez se movían más. Fuimos hasta la terraza y ahí nos dimos cuenta: los edificios se movían tanto que parecía que iban a tocarse. Era increíble. Fueron seis minutos interminables. Y tuve miedo, pánico. Nunca había vivido algo así".

A dos semanas del terremoto que sacudió a Japón y conmovió al mundo, el profesor de tango Guillermo Boyd relata su experiencia como lo que fue: algo que le cambió la vida. Nacido en La Plata hace 41 años y residente en tierras niponas desde hace tres, este platense regresó ayer a nuestra ciudad después de muchas charlas y cavilaciones con Yochiko, su mujer. "En enero nació nuestra hija, Malena, y si bien el hecho de tener menos alumnos tras la tragedia influyó, lo que nos decidió a venir a la Argentina fue el temor a que a nuestra hija le pase algo por la radiactividad. No quisimos arriesgar nada".

Ya instalado en la casa de su hermana Alejandra, en la calle 126 de Berisso, y apenas unas horas después de haber bajado del avión que lo trajo de regreso al país, Guillermo contó que a partir de ahora todo será comenzar de cero. "Es bravo pero es así -resumió-. Mi mujer no se quería venir y sufrió mucho. Allá dejó a sus padres y su hermano, pero acordamos que venir acá era lo mejor para la seguridad de nuestra beba. El departamento que alquilábamos ya lo dejamos y las pocas cosas que teníamos, como la tele o la heladera, se la llevó una empresa de recolección de basura a la que le tuvimos que pagar. Ahora la idea es quedarnos un mínimo de tres meses, y después se verá. Tengo algunos proyectos para ir a dar clases a Singapur y otras partes del mundo, pero en principio vamos a hacer base acá y, por supuesto, estar atento a todo lo que vaya ocurriendo en Japón".

El día que decidió abandonar La Plata, hace ya tres años, Guillermo aprovechó la oportunidad de ir a dar clases de tango a la región de Fukuoka. Luego volvió a nuestro país y, tras unos meses acá, regresó a Japón para instalarse definitivamente en Tokio, donde conoció a su actual mujer y comenzó a dar clases en el estudio de tango Ginza, uno de los más antiguos del país. Con su mujer se casaron primero en La Plata y después en Japón, y ahora es ella quien más le preocupa a él.

"Me gustaría contactarla con gente de la colectividad japonesa -cuenta-. Ella no habla casi nada español y, si bien ya estuvo en La Plata, ahora todo es muy distinto y seguramente se le va a hacer difícil. Teníamos una vida armada pero este terremoto nos cambió todo de un día para el otro. Ahora habrá que empezar de cero. No hay otra. Arrancar de nuevo otra vez".

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