Palermo no convirtió pero tuvo una tarde llena de emociones

Sin dudas Martín Palermo era uno de los actores principales de la tarde. Porque jugaba su último partido, porque buscaba un gol más para poder superar a José Sanfilippo (lo había igualado ante Quilmes con 227 tantos), y porque lo hacía en su ciudad y ante el rival de toda la vida. Así es que junto al Mellizo fueron el centro de la tarde, y ambos demostraron ante todo el estadio la gran amistad que los une.

Lo cierto es que el Loco no pudo gritar un gol propio más y de esta manera quedó junto a Sanfilippo como el quinto goleador histórico del fútbol argentino.

Tuvo un partido aparte con la gente tripera, que obviamente no olvida su raíz en Estudiantes y los goles que le ha convertido con la casaca Xeneize.

Más allá de no haber podido marcar, igualmente tuvo su desahogo con el empate de Cellay, ya que fue el, quien bajó la pelota para que el defensor decretara el 2-2 que sería definitivo.

Tras el pitazo final la gente de Boca le dedicó una gran ovación y levantando los brazos, el goleador se perdió en el túnel rumbo a los vestuarios. En ese instante el jugador se comenzaba a convertir en leyenda.

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