Festejo en Villa Elisa por la abuela de 105 años

Dolores Viñola estuvo ayer junto a familiares y amigos del barrio

DOLORES VIÑOLA, LA ABUELA QUE AYER FESTEJÓ SUS 105 AÑOS

A días de haber superado una internación que quebró un poco su salud de roble, Dolores Viñola pudo festejar ayer su cumpleaños número 105 rodeada por sus seres queridos.

“Qué linda camiseta”, exclamó cuando uno de sus nietos le puso una remera de Estudiantes antes de que le tomaran una foto.

Dolores nació el 9 de diciembre de 1908 en el enclave catalán de Gerona, muy cerca de Barcelona y la frontera entre España y Francia.

Cuando se desató la guerra civil en España, Dolores era una veinteañera con dos hijas pequeñas -Nuria y Emilia- y decidió emigrar en busca de un futuro más próspero para su familia.

Su esposo, Ignacio Genover, era técnico fabril y antes de llegar a la Argentina sufrió el exilio en Francia.

“Villa Elisa era todo campo”

Luego llegaron los años de la Segunda Guerra Mundial. En 1952, buscando un clima de paz para el desarrollo de la familia, el matrimonio se embarcó rumbo a la Argentina para radicarse en Villa Elisa, un lugar que era al decir de la protagonista, “todo campo, y me resfriaba mucho”, aunque aclara que “encontré gente muy buena, sin diferencia con la de mi país”.

Lejos de aquellas gripes de antaño, hoy se da el gusto de brindar con una copa de vino junto a su hija Nuria, su nieta Liliana Elizarán, con quien vive, y sus dos bisnietos. Esos afectos le ayudaron a superar la pérdida de su esposo y su hija menor.

Dolores come moderado, pero sin privaciones y sus allegados recordaron ayer una de sus frases más características: “yo como de todo, pero nunca más que el resto”.

Ferviente católica, fue una asidua asistente a misa los domingos hasta hace poco tiempo atrás, cuando quedó imposibilitada de caminar.

Su familia señaló que aunque ahora permanezca mucho tiempo en silencio, siempre fue una gran interlocutora, que recreó incontables anécdotas familiares con impecable memoria.

Además continuó fiel a sus raíces y mantuvo su idioma catalán el que en ocasiones habla alternando con palabras del castellano.

Una abuela albirroja

Con una vitalidad que por momentos parece opacarse en su diminuta figura, Dolores recupera el entusiasmo cuando se le acerca algunos de sus nietos o cuando le hablan de Estudiantes.

Quizás por eso es que entre sus fotos más preciadas está la de Juan Sebastián Verón, máximo ídolo de Dolores, quien accedió a retratarse con la “abuela pincha” en más de una oportunidad.

“Se enoja si alguien lo llama por el apodo de Brujita”, contó uno de sus allegados.

“La Brujita es el mejor”, sentencia, con la misma sonrisa con la que cada mañana recibe a su nieta cuando ésta la despierta con el desayuno.

Para develar el secreto de la longevidad de su abuela, su nieta Liliana aseguró que es una persona que mantiene sus rutinas, le gustan los alimentos sanos y variados y respeta el horario de cada comida.

“Se levanta temprano y le gusta sentarse cerca de la ventana para ver el exterior. No toma remedios, sólo un cuarto de pastilla para dormir”, sostuvo la nieta.

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