A metros de la Catedral, otra historia de “vecinos anónimos” con corazón solidario
| 11 de Abril de 2013 | 00:00
Las historias de solidaridad se van escribiendo a diario en cada rincón de la Ciudad. Sus protagonistas se cuentan por miles y la inmensa mayoría son anónimos. Ayudan en silencio y por propia voluntad. Es el caso de Silvia Brandoni, una vecina de 146 y 46, y de la joven Guillermina Petti, del barrio de la Catedral, quienes todos los días cocinan en sus casas y se acercan hasta las puertas del templo mayor, donde cientos de personas humildes van en busca de alimentos, ropa, colchones, agua y otros víveres, y les entregan un plato de comida caliente, incluyendo pan y bebida.
Ayer, madres con sus niños se sentaron en el pequeño paredón que rodea a la Catedral para comer un guiso de lentejas. “A la tarde traemos la merienda: leche y galletitas”, dijo Guillermina y contó que “esto lo hacemos de corazón, y siempre hay una mano que nos ayuda”.
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