Por ALEJANDRA SOFIA (*)

Descubrir, hallar algo que era desconocido, tener el doble ejercicio del logro por el hallazgo y la potestad de designarlo, es una atribución de quienes observan, por ejemplo, asteroides. Será finalmente la Unión Astronómica Internacional quien acepte o no tal designación. Esto puede llevar años, en el camino hay una historia de observaciones, de posteriores “visitas” del asteroide que lo confirmen y que permite recién entonces que sus descubridores propongan un nombre.

¿Qué mostró el cielo platense en relación a los asteroides cuando la contaminación lumínica y ambiental no jugaba en contra de la observación astronómica?

La noche en la hoy Facultad de Cs. Astronómicas y Geofísicas, en el histórico Observatorio de La Plata, fue descifrada por astrónomos y ayudantes mediante diversos instrumentos. El Departamento de Astrometría tiene en su haber el descubrimiento de una serie de asteroides. La figura del Dr. Miguel Itzigsohn, por los años ´50, se relaciona con un programa para observarlos todas las noches utilizando placas fotográficas para su registro. Se utilizaba un telescopio astrográfico (ubicado en la cúpula de la actual Guardería de la UNLP). Hoy, los instrumentos con CCD han reemplazado aquellas placas y las observaciones astronómicas de asteroides hacen eje en San Juan.

Muchos nombres de platenses y no platenses vinculados con la astronomía tienen “su” asteroide.

Al nombrar damos entidad, evocamos, y en esa línea, la decisión de elegir entre tantas posibilidades refiere a una intención, a un deseo de que ya no sea sólo nuestro planeta el espacio habitado de nombres e historias. La caja de resonancia es el Universo y en ella los asteroides llevan un sencillo pero simbólico mensaje.

(*) Jefa de Prensa de la FCAGLP-UNLP

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