Tolosa: zona de guerra

Naufragaron micros repletos de gente en 8 y 32. Anoche el Ejército se abría paso en medio de un paisaje dramático

Un camión del Ejército remolca a otro que cayó rendido frente al agua. Dos helicópteros sobrevuelan la zona y son decenas y decenas los efectivos de diferentes fuerzas que van de un lado a otro. La rambla de 32, en la esquina de 6, es un gigantesco set de filmación, con camiones, antenas y una maraña de cables. Todos van con el agua la rodilla, y la sensación que se percibe en el lugar tiene algo de alivio: una hora antes las olas pegaban arriba de la cintura. Ahí están los bomberos, los gomones, los voluntarios que llegan con sus canoas. Todos en un mar negro: el de “coque” que voló como consecuencia de las explosiones en la Destilería y tapizó de horror a Tolosa, el barrio que desde las últimas horas del martes se convirtió en zona de guerra.

El drama que se desató en las últimas horas del martes cobraba anoche una dimensión difícil de describir. Cientos de vecinos copaban las calles con baldes, escobas, bombas de achique que servían para sacar el agua de las casas, muebles destruidos que se apilaban en las esquinas y autos propios y ajenas tirados por todas partes. “La heladera salió flotando. Y lo que queda acá lo apilo en la esquina”, decía anoche un joven en un complejo de departamentos de 530 entre 11 y 12, donde sólo los flashes y las luces de las cámaras de televisión relampagueaban en medio de un apagón de terror.

A pocos metros de ahí, la escena que mostraba la rambla de la avenida 32 era cinematográfica: un micro de la empresa Talp que el martes había naufragado con decenas de pasajeros a bordo todavía estaba clavado en el fondo de lo que fue una cancha de fútbol; dos camiones del Ejército se abrían paso como podían en medio de una caravana de autos interminable. Y unas cuadras más abajo, la fuente de 7 y 32 estaba irreconocible: las rejas se usaban para apoyar decenas de canoas.

Las cicatrices del desastre estaban por todas partes. Todo teñido de negro por ese “coque” que al final se llevó lo último que quedaba: la ropa puesta. Era la escena de cientos de vecinos caminando por un río de un lodo inmundo, el que bajó de un cielo prendido fuego por la Destilería.

El centro del desastre; eso fue Tolosa, un barrio donde se cosecharon algunas de las más dramáticas historias que está dejando el diluvio. Que Tolosa es un barrio de historias solidarias no es nuevo. Pero la hermandad que se veía anoche en las calles superaba cualquier historia conocida.

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