Preocupa el aumento de casos de maltrato en contra de los adultos mayores

Hace algo más de diez años un informe de las Naciones Unidas sobre el envejecimiento de la población mundial vaticinaba que para 2050 las personas de edad superarían en cantidad, por primera vez, a los jóvenes. Sin embargo, esa predicción se vio prontamente superada ya que la población mayor igualará o superará en 2025 a la población activa, según datos que ofrecidos recientemente por el ministerio de Salud de la Nación. En tal sentido, no se desconoce que en el último cuarto de siglo computado la esperanza de vida se incrementó en 17 años.

Es en ese contexto que cobran especial trascendencia las conclusiones ofrecidas en nuestra ciudad por integrantes de la Red Mayor, en el sentido de que están aumentando en forma ostensible los casos de maltrato contra las personas mayores. “Así como fue necesario tomar conciencia de la violencia contra la mujer, la sociedad tiene que enterarse ahora de que existe también una violencia cada vez más extendida contra los mayores”, expresó una de las profesionales intervinientes en la jornada realizada recientemente en La Plata, al conmemorarse en todo el mundo el Día de la Toma de Conciencia contra el Abuso y el Maltrato al Adulto Mayor.

Aunque no se dispone de datos que permitan dimensionar el fenómeno, el creciente número de casos que se advierte corrobora su diversidad, que va desde los castigos físicos a los agravios de tipo psicológico, con humillaciones e insultos, que concluyen en los desamparos institucionales en los que no se toma en consideración la vulnerabilidad especial de las personas de edad.

En ese encuentro se definieron asimismo las diversas transgresiones de tipo jurídico, traducidas en el desconocimiento de derechos y en la presencia de otras figuras discriminatorias. Desde luego que no pueden faltar menciones a la falta de reconocimiento del más activo que debería brindársele a los mayores, a la creación de escenarios urbanos más amigables y, por cierto, a la inseguridad que se ensaña con los ancianos, acosados por una ola delictiva que los elige como blancos propicios.

Tiempo atrás un especialista en el tema advirtió que el proceso de envejecimiento poblacional que se produjo en las naciones desarrolladas se está dando ahora en nuestros países, en condiciones muy diferentes a las que se desenvolvió en los primeros. Mientras aquellos envejecieron gradualmente durante todo un siglo; los que se encuentran en países en desarrollo lo están haciendo en menos de treinta años.

Es claro, entonces, que la denominada globalización de la vejez requiere un cambio de conceptos y estrategias y hasta de una nueva cultura social que contenga y proteja mejor a los adultos mayores.

El desafío es enorme porque se está ante un conjunto de situaciones con graves perspectivas sociales y económicas, que exceden -aunque aquí también parece estarse ante un cuadro mal atendido- al de la gradual insolvencia funcional de los sistemas de seguridad social.

Lo que en definitiva parece estar cada vez más claro, es que, con criterio realista, el Estado debe atender a las circunstancias actuales y, a la vez, estructurar con racionalidad e imaginación una política integral.

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