Nelson Almeida, el cura que es parte de la historia de Ringuelet

Cumplió 88 años esta semana. Atiende la Pastoral de la salud global todos los días y hará un nuevo concierto de piano

El padre Nelson Almeida cumplió 88 años el lunes pasado. No quiso hacer nada especial, sólo dio la misa de Acción de Gracias y atendió, como todos los días, la Pastoral Social de la Salud Global, sobre la cual ya escribió cuatro libros y va por el quinto.

Es todo un referente de Ringuelet. En la parroquia de 512 entre 12 y 13, atesora múltiples historias de los vecinos de la localidad.

Muy pronto cumplirá las Bodas de Platino de ordenación (65 años, lleva 62 de ejercicio sacerdotal).

En la pequeña capilla Inmaculada Concepción, se reúnen múltiples vecinos todos los días, para ir a verlo y consultarlo.

Sanador, compositor que no estudió ni una nota de música y alguna vez se lo llamó “el cura groncho” porque predicaba el evangelio en las villas cada tanto se da el gusto de realizar un concierto de piano. El año pasado hizo uno en octubre y ahora programa uno nuevo para el 20 de diciembre a las 19.30, en la capilla de Ringuelet.

Nelson tiene 350 piezas de su autoría, que alternan ritmos del folklore, el tango y la música clásica. En el último concierto que ofreció, junto a su sobrina Erika, el templo se llenó porque el religioso es muy querido y más que conocido por la gente de la zona después de tres décadas de escuchar sus misas y su palabra alentadora.

TRAYECTORIA

Nacido en Gualeguay, era chico cuando se mudó con su familia a La Plata. Ingresó al seminario San José en 1939 y lo ordenó sacerdote diocesano el entonces arzobispo de la Ciudad, monseñor Tomás Juan Carlos Solari, el 29 de noviembre de 1953. Luego, ya vestido con los hábitos, fue vicario parroquial en la Catedral, San Ponciano y Nuestra Señora de Lourdes. En el ´59 se convirtió en párroco y estuvo al frente, hasta 1983, de la iglesia de Santa Lucía. Desde ese año hasta ahora conduce la vida religiosa de Inmaculada Concepción.

PASIOn

La pasión por la música estaba instalada en él desde que era niño y se profundizó cuando estudiaba en el seminario, tanto que según una anécdota que le viene siempre a la memoria, una vez, en aquellos tiempos, subió a su habitación, a escondidas de sus superiores y valiéndose de una soga, una guitarra, que la alcanzó por la ventana. “Me descubrieron y les dije, ‘sí, ya sé, me van a echar’, y me respondieron, “no, queremos que toques en nuestro escenario.

Según confesó, no reconoce ningún símbolo del pentagrama. “No sé nada de música. Nunca estudié porque no me aguanto el solfeo, me aburre. Toco la guitarra y el piano y compongo de oído, intuitivamente. Me sé de memoria más de 325 temas que yo mismo creé”, confió con tono pícaro y orgulloso a la vez. Como pertenece a la corriente de los curas carismáticos, las suyas son misas festivas.

En sus oficios diarios de las 18.30 y dominicales de las 10 se canta, y él acompaña con la guitarra. Además, es cura sanador, lo cual, según aseguró, no es ningún don que viene dado.

“Todos los curas lo somos - remarcó -, pero algunos no sanan porque no saben hacerlo”.

El cura, a su vez, realizó en su trayectoria, numerosos trabajos para impulsar la educación en la Región, colaborando con la apertura de escuelas, institutos de enseñanza y otros espacios de enseñanza para la comunidad.

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