Leonor Baldassari
| 20 de Mayo de 2014 | 00:00

Un enorme dolor provocó, en la comunidad artística de la Ciudad, el fallecimiento de quien fuera primera bailarina del Teatro Argentino, Leonor Baldassari. Apasionada por las danzas clásicas, dedicada por entero a su carrera, y enamorada de la tradicional sala lírica platense donde se formó primero y deleitó luego a su público, deja una huella imborrable en cada una de las personas que tuvieron el privilegio de compartir con ella distintos momentos de su vida y que conocieron sus valiosas cualidades humanas.
Leonor Alicia Baldassari había nacido en La Plata y provenía de un hogar de artistas, situación que se prolongó al formar su propia familia. Era hija de Enrique Baldassari, reconocido concertino que integró la Orquesta Estable del Teatro Argentino, y se casó con el fundador y primer violín del Cuarteto Almerares, Héctor Almerares, con quien tuvo dos hijas artistas: Paula, destacada en la canción lírica internacional por su voz y su arte interpretativo; y Viviana, quien también ha demostrado un gran talento como violoncellista, en su caso en la Orquesta del Argentino.
Fue una bailarina de gran versatilidad, una profesional que dejó todo en los escenarios y que se comprometió tanto con el ballet como con la institución a la que perteneció. Dueña de una sensibilidad singular y de un espíritu colmado de ideales, se recuerda de ella su imagen etérea y refinada que conservó aún después de muchos años de haberse retirado de los programas de ballet del coliseo provincial.
Con “La bella durmiente del bosque”, por caso, cuando tan sólo tenía 18 años de edad, compuso a una inolvidable princesa Aurora en noviembre de 1963. De ahí en más, brindó un sinfín de funciones en las recibió ovaciones de parte de los amantes del ballet. Tanta fue su entrega que aún hoy, pasados ya muchos años de aquellos tiempos, que muchos reviven con nostalgia las tardes y noches protagonizadas por la artista.
Aquella labor incansable, le valió, en 2011 una distinción del Grupo de Fundaciones Unidas, integrado por diversas entidades artísticas, culturales y de participación social.
Compañera inseparable de su marido, estuvo siempre muy unida a Paula y Viviana. Sabia consejera, una vez que dejó los escenarios siguió paso a paso, de manera incondicional, las trayectorias de sus hijas.
Baldassari recorrió su existencia como en el escenario. Fue una mujer reservada, de pocas pero justas palabras, respetuosa, afectuosa e inmensamente generosa.
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