Se desvanece el sueño de Brasil petrolero

Por MANUEL PÉREZ BELLA (*)

La crisis generada por los casos de corrupción en la petrolera Petrobrás acabó con el sueño en el que se empeñó el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva de hacer de Brasil un exportador de combustibles. Petrobras anunció el miércoles el abandono completo de dos grandes refinerías “premium” en fase inicial de obras, con las que aumentaría un 50% su actual capacidad de procesamiento de crudo, y el jueves comunicó el aplazamientos en las otras dos plantas que construye en Río y Pernambuco.

La presidenta de Petrobrás, Graça Foster, afirmó que, debido a sus acuciantes problemas para captar financiación, la compañía será “selectiva” y concentrará sus fuerzas en la exploración y producción de crudo dejando de lado otras áreas de negocio, como el desarrollo de su capacidad de refinamiento.

Otro factor que influyó en la decisión de cancelar las nuevas plantas fue la caída del precio del petróleo, que hace más barato importar naftas que invertir en refinerías, cuyo costo se había disparado.

Brasil no construía refinerías desde 1980 y fue Lula quien apostó por hacer nuevas plantas, con el propósito de crear miles de puestos de trabajo e impulsar la industrialización de la región noreste, la más pobre del país y donde se fijó la ubicación de la mayoría de las plantas por decisión política.

Las refinerías “premium” iban a permitir que Brasil se convirtiera en un exportador de naftas y diésel a partir de 2020 y de gas licuado (GLP) a partir de 2025, aunque a un “costo elevado”, según explicó el experto Alexandre Szklo, profesor de la Coordinación de Programas de Posgrado en Ingeniería (Coppe) de la Universidad Federal de Río de Janeiro.

“El costo de construir las refinerías ‘premium’, por el tamaño de la inversión y su localización (lejos de los yacimientos petroleros del sudeste), era mucho mayor que renunciar a ellas”, afirmó Szklo.

Los planes de construcción de refinerías eran ambiciosos y acompañaban las optimistas perspectivas de producción de crudo que se abrieron con el descubrimiento en la última década de enormes yacimientos en aguas profundas del Atlántico, con los que Brasil aún aspira a afianzarse como un exportador neto de petróleo. Sin embargo, la producción de crudo ha crecido a una velocidad menor de lo esperado y actualmente se sitúa en cerca de 2,3 millones de barriles diarios, cifra que se aproxima a la autosuficiencia.

En su último plan de negocios, Petrobrás se fijó la meta de alcanzar una producción de 3,4 millones de barriles diarios de crudo en 2017.

Sin las nuevas refinerías, en el plazo de una década Brasil se verá abocado a exportar petróleo crudo, mucho más barato que los derivados de calidad que tendrá que importar.

( *) Analista de la agencia EFE

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