Marcelo José Pellegrino

A los 50 años falleció Marcelo José Antonio Pellegrino, vecino de la Ciudad y caracterizado simpatizante de Gimnasia que se destacó por su entrega hacia sus seres queridos y su solidaridad hacia el prójimo.

Había nacido el 24 de abril de 1964 en Bahía Blanca, donde su familia, de origen platense, se encontraba por cuestiones laborales. Sin embargo, al poco tiempo regresó a la Ciudad para radicarse definitivamente en el barrio El Mondongo.

Cursó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús, etapa en la que entabló amistades que mantuvo durante el resto de su vida.

Marcelo Pellegrino fue desde pequeño un ser inquieto y de iniciativas. A los 14 años comenzó a trabajar en una droguería.

Luego ingresó a la marina mercante y se embarcó hacia el sur.

Más tarde tomó contacto con una empresa naviera de YPF, en la que se desempeñó hasta que le surgió una posibilidad superadora en una empresa privada.

En 1986 conoció a Karina Galli, la gran compañera de su vida con la que se casó tres años después. De la unión nacieron sus hijas Ivana - 23 - y Renata - 10 -.

El bienestar de su familia fue el motor que lo impulsó a tomar cada una de sus decisiones y la razón de sus días.

También mantuvo siempre un vínculo muy estrecho con sus amigos, en particular los del barrio, con los que compartió cada etapa de su crecimiento.

Su otra gran pasión fue Gimnasia y Esgrima de La Plata, club al que consideraba como su segunda casa.

Impulsado por ese sentimiento participó activamente de la filial de barrio El Mondongo y acompañó de manera inclaudicable al equipo, ya sea cuando jugaba de local o de visitante.

Según destacaron sus allegados, esa perseverancia fue la que lo hizo ser conocido, apreciado y respetado en el ambiente gimnasista.

En 2011 tuvo que sobreponerse a una de las pruebas más difíciles que le tocó vivir cuando, luego de sufrir un accidente doméstico, sufrió una lesión que afectó su motricidad.

Aunque quedó obligado a manejarse en silla de ruedas, su ánimo nunca decayó e incluso se esforzó por alentar y transmitir su experiencia a quienes tuvieran que pasar situaciones similares a la de él.

También se adaptó a su prematuro retiro laboral y a una mudanza que proyectó junto a su esposa para contar con las comodidades que requería su nueva situación.

Le gustaba pasar el tiempo libre en su casa de campo y organizar asados para compartir con su familia y amigos. Además disfrutaba de las escapadas a Miramar o a las playas uruguayas.

Su buen humor, su fortaleza, pero por sobre todas las cosas su amor incondicional a su familia y amigos queda, sin dudas, como el gran legado de este hombre de bien.

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