Preguntas y misterios en la celebración de Pascuas

Por NICOLAS BAISI (*)

¿Adónde vamos?

A veces nos hacemos esta pregunta y la referimos a la marcha del país, o de “las cosas”: todo va bien, mal, regular, etc. Pero podemos, y en realidad debemos preguntarnos sobre nosotros mismos: ¿adónde vamos en nuestra vida?

Podemos respondernos con metas intermedias o inmediatas: voy a la cancha o al café, voy al colegio o al trabajo, voy a visitar amigos, etc. Pero, ¿adónde vamos en la totalidad de nuestra vida?

El final de un camino marca el camino. Según sea la meta a la cual nos dirigimos es como vamos a transitar el camino que tenemos que recorrer para llegar a ella. Si el destino final es feo o desagradable, todo el camino parece feo y penoso, si en cambio el destino final es lindo, aunque el camino sea incómodo o fatigoso, la esperanza de llegar a un buen lugar nos hace superar mejor las dificultades. Por otra parte, no es lo mismo caminar solo que caminar con un amigo. No es lo mismo caminar hacia algún lado que caminar sin rumbo fijo, sin saber hacia dónde vamos.

¿QUE CELEBRAMOS?

Celebramos la Pascua, estamos en Semana Santa. ¿Pero qué celebramos? ¿Por qué estos días son feriados?

Celebramos que Jesús resucitó. Celebramos que vamos camino al Cielo. Celebramos que la injusticia y la muerte no tienen la última palabra en nuestra vida. Celebramos que Dios existe y finalmente triunfa sobre el mal, sobre la injusticia, sobre la opresión y la muerte.

¿Qué fue lo que pasó? Jesús de Nazaret, que se proclamaba a sí mismo Hijo de Dios, que hacía milagros y predicaba el amor y la misericordia, que invitaba a vivir según los mandamientos de Dios, que “pasó haciendo el bien”, fue crucificado, asesinado del modo más cruel. Pero Dios Padre lo resucitó de entre los muertos. Y la vida triunfó sobre la muerte.

SIN RUMBO

Vemos todos los días gente que vive sin saber adónde va. Vemos todos los días injusticias, mentiras, robos, muerte, la vida parece signada por la violencia, y nos da la impresión de que los violentos e injustos finalmente “ganan”, parece que en este mundo triunfa la injusticia, la corrupción, el mal…

También vemos que todos los que habitamos en este mundo queremos ser felices, pero al mismo tiempo advertimos que la muerte corta todas nuestras ilusiones; a veces nos parece que somos un “ser para la muerte”, que la vida sobre la tierra es definitivamente absurda, y que no vale la pena vivir si todo pasa, si al final todo se acaba y tenemos que morir…

Por lo demás, el mundo está lleno de injusticias y tenemos la sensación de que no sólo estamos condenados a vivir en este mundo injusto, sino que la soledad acecha en nuestra vida y en nuestra muerte, que el tren de nuestra vida conduce a la nada, y eso nos provoca angustia.

La Pascua, la muerte y la resurrección de Jesús nos están diciendo que la vida no es un camino hacia la muerte, sino hacia la Vida verdadera.

La resurrección de Jesús nos dice que la vida va hacia la Vida. La injusticia no tiene la última palabra sino el Amor eterno de Dios.

EL CAMINO

La resurrección de Jesús nos invita a pensar que no estamos solos, que Dios nuestro Padre nos ve, nos conoce y nos ama. Él “guarda en una vasija todas nuestras lágrimas”, conoce nuestros dolores y penas, y porque nos ama nos lleva a su Amor Eterno en el Cielo. Nosotros, los hombres, no vamos hacia el vacío y la nada, vamos a la casa de nuestro Padre.

Jesús es el primero que llegó, y desde allí nos invita a seguirlo, desde allí nos tiende los brazos y nos muestra el camino de la Vida.

Por eso el Camino que conduce a la Vida es un Camino por el que vale la pena caminar.

¡Felices Pascuas de Resurrección!

 

(*) Obispo auxiliar de La Plata

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Nicolás Baisi
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