El baile electoral y los temas cotidianos

El país ya parece metido en el baile electoral. Las internas porteñas instalaron, el domingo pasado, ese clima característico de elecciones: bocas de urna, festejos anticipados por resultados que no se dieron, discursos de ganadores y perdedores, extensas previas televisivas con más especulaciones que datos... Las PASO de la ciudad de Buenos Aires fueron el perfecto aperitivo de un cronograma electoral que pone en juego desde las bancas de concejales hasta la Presidencia de la República.


La puja por la sucesión de Cristina Kirchner empezó a subir de tono esta semana. Massa apuntó fuerte contra sus rivales desde un acto en el estadio de Vélez. Y después vino una andanada de réplicas (ver pág. 12) que le ponen tensión al debate electoral. Este parece ser el inicio de una película que terminará el 25 de octubre con los comicios generales y que tendrá, el 9 de agosto, un preestreno estelar con las PASO nacionales.


Aún cuando se ha puesto más picante, el debate electoral no parece “prender” del todo en la conversación cotidiana. Preocupaciones muy concretas dominan la atención ciudadana.


En La Plata, por caso, la usurpación de tierras en la zona de Abasto genera una inquietud que trasciende las fronteras de ese barrio. En muchos lugares de la periferia la gente vive con miedo por este tema. Ya hubo muchas ocupaciones similares y en otros puntos existe el riesgo de que se produzcan. Todo indica que detrás de esas ocupaciones se mueven organizaciones mafiosas con apoyos de envergadura. En el caso de Abasto, la descripción de los vecinos es coincidente: aprovechan la angustia de gente con necesidades extremas, pero hacen de eso un negocio. Han visto, en el despliegue de la usurpación, el movimiento de camionetas cuatro por cuatro que no son de gente necesitada.


Es un problema que excede lo vecinal y que muchas veces se extiende ante la pasividad del Estado. Con la usurpación de tierras pasa algo semejante a lo que se observa con la venta ilegal. A simple vista se ve la cara de gente necesitada. Pero detrás de ellos hay organizaciones poderosas que manejan resortes mafiosos. De eso se trata, por caso, La Salada, un “modelo” que además de haber tenido un enorme desarrollo se ha importado a menor escala a otros puntos del país. En La Plata, sin ir más lejos, las “saladitas” no son algo desconocido.


Mientras tanto, la economía es otra de las preocupaciones dominantes. Ya empezó mayo, se acerca la mitad del año, y  la mayoría de los gremios tiene las paritarias en veremos. Se ve un horizonte conflictivo, con desacuerdos aún en sectores que en los últimos años habían llegado a rápidos entendimientos, como el de los docentes universitarios.


En este contexto, los vaivenes electorales son mirados de reojo.


Por suerte, siempre hay historias que alientan y reconfortan. La aparición de un donante para Manu, el chico platense de 5 años que necesita un transplante de médula, es un triunfo de la solidaridad, el esfuerzo y la perseverancia de miles de personas que han acompañado a su familia. Eso es lo que vale la pena.

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