“Estuve encadenado y con una capucha en la cabeza”, dijo el empresario secuestrado
| 8 de Mayo de 2015 | 01:37

A las 9.20 de la mañana, con lentes oscuros, una campera azul y acompañado por su esposa, Daniel Rebagliati (53) apenas bajó de una Renault Duster cuando lo rodeó un enjambre de periodistas que pugnaban por saber cómo estaba después del secuestro extorsivo que le dio aquella “fama” que él no pidió. Entre cámaras, micrófonos y los agentes de seguridad que trataban de abrirle paso, el empresario se limitó a decir “estoy bien, gracias a Dios estoy vivo”.
Así fue la llegada, ayer, del dueño de la firma Cintra a la Fiscalía Federal de Tres de Febrero, en Santos Lugares. De allí salió 10 horas después, diciendo “viví un infierno. Quiero volver a mi vida normal”.
En su declaración ante el fiscal Paul Starc, el hombre dio detalles de lo que vivió desde el 28 de abril -cuando una banda lo capturó llegando a la empresa que su familia tiene en Leandro N. Alem 5925 de Martín Coronado (Tres de Febrero)-, y el 6 de mayo pasado, después de que lo liberaron, descalzo, semidesnudo y asustado, en Almirante Brown. Antes, su hermano tuvo que pagar un millón y medio de pesos, que tiró de un tren en movimiento.
Rebagliati dijo que estuvo cautivo en dos lugares diferentes, pero “nunca” vio a nadie porque lo tenían todo el tiempo encapuchado. “Por lo general me trataban bien, pero a veces me amenazaban y me ponían un arma en la cabeza”, sostuvo la víctima, aclarando que siempre tuvo un mismo cuidador.
El hombre contó que cuando comenzó el secuestro lo tenían encadenado, pero después lo soltaron, aunque siempre estuvo encerrado. Contó que sólo lo sacaban “en auto, a dar unas vueltas, para dar las pruebas de vida” a sus familiares.
La única certeza en torno al caso es, por ahora, una deducción basada en datos objetivos: los que secuestraron a Rebagliati no son improvisados. Sobre esos mismos indicios se levantan algunas sospechas, como la participación de policías, ex uniformados y ex miembros del grupo guerrillero peruano Sendero Luminoso.
La pista de la banda mixta surgió del cruce de datos de otros hechos similares ocurridos en los últimos doce meses en distintas zonas del conurbano, porque hay elementos en común: en uno de esos casos habrían participado dos peruanos que integraron el grupo guerrillero Sendero Luminoso, que en Argentina se dedicarían al narcotráfico y los secuestros.
Refuerza esa presunción la aceitada organización de la banda y su mecánica. Es que un día antes de cobrar el rescate por Rebagliati, los secuestradores hicieron un simulacro de pago, para descartar que quien lo entregara fuera seguido por la Policía. Lo hicieron ir de Puente La Noria a Recoleta, de allí al estadio de River y después volver a Puente La Noria. Se cree que los delincuentes conocían el protocolo policial para este tipo de hechos.
Además, hubo casi 20 llamados que no duraron más de un minuto, ante la posibilidad de que la policía hiciera una triangulación con antenas y localizara el lugar desde donde partían las comunicaciones.
No se equivocaron: la negociación era monitoreada por efectivos de la Brigada Antisecuestros de Tres de Febrero y el fiscal federal Paul Starc.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE