Energía para rato
| 19 de Junio de 2015 | 02:51

Después de veinte años de carrera, con varios hits federales bajo la manga, los Cielo Razzo no abandonan su Rosario natal, la ciudad que los vio nacer en aquella terraza en la que compartieron horas y horas de ensayos, charlas, ilusiones y el entusiasmo propio de un grupo de jóvenes amigos recién saliendo del cascarón. Hoy, con seis discos de estudios y una multitud de fans en todas partes del país, los liderados por Pablo “Polilla” Pino están más curtidos y, a pesar del paso de los años, mantienen las inquietudes, enérgicos, y están listos para volver a grabar.
“La música sigue siendo para nosotros un lugar de misterio, fascinación, de magia y creatividad”, reconoce “Polilla” y le augura larga vida a la banda porque -dice- “no hay motivos para dejar de tocar”.
En diálogo con EL DIA, el cantante repasa el pasado, cuenta el presente e imagina el futuro de Cielo Razzo, el combo rosarino que se completa con Diego Almirón (guitarra y coros), Fernando Aime (guitarra), Cristian Narváez (bajo) y Javier Robledo (batería y coros), y que esta noche regresará a la Ciudad para ofrecer una selección de sus composiciones más emblemáticas y efectivas, consolidadas en una incansable gimnasia de escenarios federales.
-¿En qué momento se encuentra Cielo Razzo?
-Estamos en plena discusión de lo que va a ser el nuevo disco. Organizando la entrada al estudio. Ya con las canciones compuestas, con bastantes temas, y estamos seleccionando cuáles vamos a incluir y cuáles no. Muy entusiasmados.
-¿Cómo manejás el proceso de composición? ¿Necesitás presionarte o dejás que sea natural?
-Lo natural es dejar que llegue, es lo que intento. Las canciones van llegando, y después, hay una parte en mí, de responsabilidad, que me las hace pulir, las empiezo a cerrar, para que llegue más redonda a los chicos. Y después con la banda, obviamente, hacemos el mismo trabajo. Pero no tengo una presión real, sino que es algo interno, que manejamos con Diego, que somos los que más componemos.
-Después de veinte años, ¿los entusiasma la innovación artística?
-No buscamos algo muy en particular de decir “trabajémoslo con percusiones africanas, que sea un concepto”, o indagar más en las máquinas, o movernos para otro tipo de género, de traer pedacitos que quizás no nos son corrientes. En ese sentido, no estamos preocupados por innovar. No es nuestro camino.
-¿Y cuál es entonces?
-La energía principal, nuestra búsqueda, es la canción. Y siguiendo ese parámetro, que es muy amplio, por suerte, apostamos por lograr conceptos narrativos similares. Creo que nuestra historia va por ese lado, intentamos ir por esa línea.
-¿Cuál creés que es el disco bisagra de Cielo?
-Para mí, el más fuerte fue el primero, “Buenas” (2001), que fue el que nos sacó del anonimato. También, hablando históricamente, y lo que representó en nuestra carrera, “Grietas” (2007). En aquel momento, hicimos un show en homenaje al Flaco (batero) y a Claudio (escenógrafo) -los dos fallecieron en un accidente de tránsito, en el medio de una gira-, y fue una gran sorpresa ver que tanta gente nos conocía en Rosario y nos apoyaba. Emocionalmente, fue una bisagra.
-La perdida de dos compañeros es un golpe difícil de superar para una banda, ¿no?
-Para la banda, sinceramente, creo que no fue difícil. Fue difícil el hecho de perder un amigo -el Flaco- con el que compartía lo más importante; y también Claudio que era un amigo que se había sumado a la idea de Cielo Razzo, que era un lugar en el que todos estábamos expresando algo, los que pintaban, dibujaban, los de las luces: era un lugar en el que todos trabajaban con mucha libertad. Pero fue muy difícil para unos chicos de 26/27 años, que teníamos en aquel momento, de perder a dos amigos, y de la manera en que fue: en el lugar más querido, que era la música, la banda, que era lo que nos conectaba. Siempre lo pensamos de ese lado: por la edad, por las ilusiones que teníamos dentro del grupo, y la motivación. Si pasara ahora, también sería terrible pero la vida te va curtiendo, te prepara para los golpes.
-A la hora de pensar un balance, ¿qué conservan y en qué han cambiado desde la época de ensayo en tu terraza?
-La música en un punto te lleva a querer estar en un estado de ánimo y cada uno ha entrado en la música por el estado de ánimo que le genera y eso sigue siendo, en un punto, natural. Quizás no es tan sorpresivo, con esa fascinación de lo nuevo, pero ya es como que se genera un amor mucho más pronunciado por el hecho de vivir prácticamente casi toda una vida en una sala de ensayo; de pasar las tardes con los compañeros de la banda charlando sobre cómo seguir llevando adelante nuestra música. En ese sentido, creo que no hemos cambiado demasiado. Ahora, uno es un poco más realista pero desde un lado de crecimiento, nada forzado. Lo que hacemos acá es lo que más natural nos sale.
-¿La música les sigue generando el mismo entusiasmo?
-Obviamente. La música es un anclaje. Después, cada uno a ido variado, por suerte, desde aquel momento. Y nuestra visión del mundo quizás no es tan amateur, como era antes. Con esto no digo que somos unos viejos sabios, porque no lo somos, pero de ser unos chicos de veinte años a estar plantados ahora en la mitad de la vida, habiendo pasado todo un proceso, lo hace a uno pararse desde otro lado y se encara la música desde otra visión. Pero ese lugar que ocupa la música sigue siendo un lugar de misterio, fascinación, de magia y creatividad que sigue estando.
-Cuando empezaron a tocar, ¿te imaginaste este presente?
-No estaba pensado. Solamente queríamos hacer lo que estamos haciendo ahora. El resto nunca lo imaginamos. Estamos en el lugar que siempre quisimos estar.
-¿Podés ver a Cielo Razzo de acá a diez años?
-Siendo idealista pienso que todos imaginamos que la banda va a seguir tocando. Pero siendo un poco más realista, soy consciente de que pueden pasar mil cosas porque diez años en una banda es una cosa, y otra lo es en la vida de una persona. Nuestra intención es seguir tocando porque no hay motivos para dejar de hacerlo. La banda es el lugar donde nos sentimos cómodos, en el que aprendimos un oficio, el lugar donde nos hicimos amigos, hermanos, donde creamos nuestros mayores logros, sacando a los hijos. Un lugar que sentimos propio, personal. Si seguimos o no, en definitiva, no dependerá de nosotros, sino de toda la energía que ande dando vueltas, del mundo mismo, de las relaciones... Lo que sí puedo asegurar es que la energía de Cielo está y hay banda para rato.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE