Francia y el drama de los inmigrantes ilegales

Los “sin papeles” intentan cruzar al Reino Unido por el Canal de la Mancha a la altura de Calais, ciudad de la discordia

CALAIS, Francia.- A los choferes de camiones que la atraviesan no les gusta. Tampoco a los millones de turistas que llegan cada año. Y los inmigrantes que se acumulan allí sólo piensan en una cosa: irse. Más que nunca, parece que la gente llega a la ciudad portuaria de Calais -situada en el lado francés del Canal de la Mancha y con unos 75 mil habitantes- con el único propósito de marcharse.

Calais, que aparece en las obras de Charles Dickens y Víctor Hugo, es un núcleo natural para viajeros que evoca la relación de amor-odio entre Francia e Inglaterra. Testigos de ese papel clave son su enorme puerto, que recibe visitantes de Denver, la cercana parada del tren Eurostar y sus abarrotadas autopistas.

Pero en estos tiempos, todos los que vienen parecen estar de paso. Y uno de los motivos es que los veraneantes que buscan escapar de la realidad cotidiana no quieren quedarse en una ciudad descuidada y llena de inmigrantes pobres.

Las autoridades municipales atribuyen parte de la culpa a Gran Bretaña, a la que consideran responsable por ser el principal imán para los indocumentados que llegan a Calais. La alcaldía afirma que reclamará indemnizaciones por valor de millones de euros.

Para miles de inmigrantes, Calais es la penúltima parada en un viaje peligroso que a menudo incluye una estancia en la caótica Libia y una arriesgada travesía a Italia por el Mediterráneo. Calais tiene campos de refugiados en las dunas cercanas, en zonas boscosas y al menos una tienda de alimentos. Unos 30 millones de personas pasan cada año por Calais, sobre todo a través del puerto o el eurotúnel, pero no se quedan para gastar dinero.

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