Todo a mano: la marca de la escuela japonesa

El nuevo trabajo de Hosoda, con fecha de salida en 2017, será ejecutado a través de su productora Studio Chizu, fundada en 2011 con el objetivo de conquistar una ansiada autonomía como creador tras pasar por Toei y más tarde por otra mina de talento como Studio Madhouse.

Mientras trabajaba en relación de dependencia, Hosoda vivió una de sus experiencias más frustrantes de su carrera cuando intentó dirigir, sin éxito, “El castillo ambulante” para la productora Ghibli, del aclamado Hayao Miyazaki, de cuya importante influencia trata también de distanciarse.

“Era mi héroe cuando era joven. Pero yo siempre he querido hacer cosas diferentes y creo que esa es mi misión como director”, agregó al respecto de la etiqueta de la que todos los directores jóvenes que trascienden Japón no parecen poder liberarse.

Aún así, con Miyazaki comparte una defensa a ultranza de la animación (Hosoda descarta dar el salto al cine de acción real) como formato único para contar historias que son más complicadas de plasmar con actores de carne y hueso o -como pintor de formación que es- una gran pasión por seguir dibujando a mano.

“Si todos apostamos por la animación digital (como hacen actualmente los grandes estudios estadounidenses) al final perderemos todo rastro de nuestros orígenes”, defiende.

Miyazaki comenzó a agregar animación digital sólo en sus últimos proyectos, a partir de la celebrada “La Princesa Mononoke”, y aún así sostenía una regla: sólo el 10% del filme, como máximo, debe ser realizado a través de computadoras. Como resultado, en aquella cinta, quizás su obra maestra, supervisó 80.000 cuadros de los 144.000 que compusieron la película, y se calcula que dibujó, personalmente, más de la mitad.

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