Una familia del barrio San Carlos la pasó muy mal durante un asalto

El viernes pasado, ya llegando a la medianoche, el calor todavía era pesado. En una casa de 45 entre 141 y 142 abrieron la puerta que da a la calle para tomar un poco de aire. A los cinco minutos, por esa misma abertura ingresaron cinco delincuentes muy violentos.

La banda había pasado por esa cuadra a bordo de una camioneta gris (aparentemente una Renault Duster) y se había perdido en la oscuridad que comienza a pocos metros. Fue ahí donde dieron la vuelta y regresaron para robar.

Cuatro de los asaltantes corrieron hasta la puerta entornada y terminaron por abrirla a la fuerza. Una mujer, madre de dos nenas que estaban en la casa, terminó tirada por el suelo ante el empujón.

Quien peor la pasó fue su padre: “Tres de los ladrones me apuntaron con armas en la cabeza y me pegaron un culatazo. Y a todas las mujeres las obligaron a tirarse al suelo”, describió Justo Cáceres (62).

El único atisbo de calma que tuvieron los asaltantes fue cuando el hombre les entregó su billetera más siete mil pesos que tenía guardados.

Sin embargo, la ambición de los delincuentes no tuvo freno. Todos siguieron revisando la casa, mientras el quinto monitoreaba desde la vereda que nadie los delatara.

De a uno y como si se tratara de una mudanza, los intrusos fueron cargando en la camioneta que tenían todos los elementos de valor que encontraban: una notebook, celulares y otros objetos.

las peores amenazas

Las víctimas, mientras tanto, contemplaban la escena cargadas de miedo: estaban amuchadas en un rincón, aterradas ante la posibilidad de que siguieran los golpes o de que cumplieran con algunas de las amenazas: matar o llevarse cautivas a alguna de las niñas.

“En un momento les pregunté por qué nos robaban, si nosotros somos pobres. Uno de los tipos me contestó que ellos también. Creí que podían matar a alguna de mis nietas. La mitad de los ‘chorros’ estaba a cara destapada. No les importaba nada”, sostuvo Yolanda Castro (64), también víctima del caso.

Los delincuentes se escaparon rápido: según la Policía, escapaban de un robo anterior.

Según dijeron en la casa, los agentes “ni entraron a la casa, no les importó mucho, porque no había nadie muerto”. Además, se quejaron ya que ningún perito se acercó al lugar a revisar si quedaron huellas de los ladrones.

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