¿Se puede amar en medio de la guerra?

SUITE FRANCESA, de Saul Dibb.- Prolija y fría versión de la novela inconclusa de de Irene Nemirovsky, una escritora judía de origen ucraniano que murió a los 39 años, en Auschwitz. Está ambientada en los años 40, durante la ocupación del ejército Nazi en Francia. Y sigue la historia de amor de Lucille Angellier, una campesina francesa que tiene a su marido prisionero y que se terminará enamorando del oficial alemán que ocupa un cuarto de esa casa. El film es más un melodrama romántico que transita todos los lugares comunes del género, que una indagación profunda y sentida sobre el tironeo moral y emotivo de una joven alemana que no sabe dónde poner el amor en medio de tanta atrocidad. Ella vive con su suegra en un pueblito rural del interior. Los alemanes llegan y ocupan todo. El film muestra lo que hace la guerra con estos vecinos. Vivían sin problemas, pero la ocupación los transforma en delatores, en desconfiados, en egoístas, en codiciosos. Son los mismos, pero el miedo, los transformará. Pero, en vez de tratar de explotar a fondo las posibilidades de una historia que deja ver los costados más devastadores del alma humana, el film prefiere demorarse en contar, con tono edulcorado, las idas y vueltas de una pasión surgida al amparo de ese horror, un romance que deja ver el costado humano y servicial del alemán y la soledad de esta mujer que libra en su conciencia otra guerra implacable. Ella siente que el indeseable invasor no sólo ocupa su pueblo sino también su existencia. ¿Qué hacer? Lucille decide que amar en ese escenario es casi una provocación. Y dejará que la solidaridad ocupe su roto corazón.

Film cuidado, pero convencional, bien ambientado, pero sin fibra ni altura, es la historia de otro amor imposible que tiene en el centro al poder de la música. Es por ella y gracias a ella que el intruso, desde el piano, va llegando al alma de Lucille. A través de esos acordes ella empezará a entender y a sentir que hay algo tocante más allá de la contienda. Y que la belleza y el alma pueden encontrarle un sentido al sin sentido de la guerra. Y será la música la que los unirá y la que quedará como única prueba de un amor que peleó contra un enemigo implacable. (*** BUENA)

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