Faltan apoyos oficiales e infraestructura para facilitar el uso de bicicletas en la Región
| 26 de Abril de 2016 | 02:26

Los antecedentes y argumentos que se suman a lo largo del tiempo, coincidentes en el sentido de que nuestra ciudad necesita disponer de estructuras que faciliten y estimulen el uso de bicicletas, volvieron a verse conceptualmente plasmados en la quinta bicicleteada por la vida que tuvo lugar en City Bell, con la presencia de numerosos ciclistas que se reunieron en la plaza Belgrano de esa localidad.
La concentración dispuesta por la asociación civil Amor y Respeto al Prójimo y Defender Nuestra Identidad, tuvo también su perfil solidario ya que se colectaron donaciones de alimentos no perecederos en favor de la Casa del Niño Encuentro y Abriendo Caminos. En esa ocasión, el presidente de la primera entidad recordó que este año se cumple el 20° aniversario de la primer cruzada nacional por la humanización del tránsito.
Asimismo, con la finalidad de difundir los derechos y obligaciones que tienen los ciclistas y potenciar la disponibilidad, en el diagrama callejero urbano, de los denominados corredores convivenciales, para brindar mayor seguridad vial a los ciclistas, se entregaron chalecos reflectantes a los participantes de la bicicleteada que se realizó por distintas calles de City Bell. También se remarcaron pautas educativas que apuntan a consolidar un sistema de tránsito que permita reducir la cantidad de accidentes en el espacio público.
Lo cierto es que por diversas razones, sean económicas o de salud, las bicicletas están ganando día a día las calles, imponiéndose desde hace muchos años como vehículos alternativos para trasladarse. Pero está claro que, pese a los grandes avances registrados en el cultivo de este hábito por parte de muchas personas, persisten inacciones y demoras oficiales que son las que impiden una mayor inserción de las bicicletas en las calles.
Está claro que la mayor utilización de bicicletas en la ciudad coincide -y, al mismo tiempo, contrasta- con el casi explosivo crecimiento del parque automotor, conformándose así dos fenómenos que parecen ser excluyentes, uno del otro. No obstante, debieran encontrarse fórmulas que resuelvan esa difícil y peligrosa convivencia.
Correspondería reseñar que las crónicas de hace cuatro y más décadas, publicadas por este diario, comenzaron a mostrar diversos proyectos impulsados en la órbita municipal que anunciaban el tendido de bicisendas en el casco urbano, en lo que significaba una primera aceptación y adecuación de las normativas locales a las que existían en muchos otros países.
A su vez, en los últimos tiempos se plantearon nuevas iniciativas por parte de distintas entidades vecinales, tanto en La Plata como en Ensenada, impulsadas por empleados, estudiantes o inclusive jubilados que utilizan diariamente la bicicleta para trasladarse. En ambos casos se reclamaron bicisendas y ciclovías que les permitieran un desplazamiento más seguro que el que ofrecen hoy las calles, virtualmente monopolizadas por el tránsito automotor.
En esta columna se ha hecho muchas veces referencia a las enormes ventajas que ofrece la bicicleta sobre otras formas de transporte urbano. Se ha señalado que es más rápida que el auto en cortas distancias, no produce gases del efecto invernadero, no genera polución y es buena para la salud. Estos beneficios han sido seguramente advertidos en muchos países del mundo, que han enhebrado una legislación comprensiva del fenómeno. En el nuestro, para que esa cultura ciclística encuentre sustento, sigue haciendo falta que el Estado cree la infraestructura y los estímulos necesarios.
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