Se sacaron un cero
| 26 de Abril de 2016 | 01:09

Por EDUARDO TUCCI
ENFOQUE
En un torneo de raro diseño, con clásicos que se juegan día por medio, la nota central de una jornada dominada por la lógica excitación que generan ese tipo de enfrentamientos, resultó la ausencia absoluta de emociones. El gol, ese actor sustancial del deporte más popular, brilló por su ausencia castigando el amarretismo de algunos y el “miedo a no perder” que pareció perseguir a la mayoría.
La tremenda sequía sorprendió aún más porque, más allá de las deficiencias estructurales, el torneo de Transición nos venía entregando una competencia entretenida. Lo ocurrido el fin de semana terminó siendo un muestrario de equivocaciones, partidos demasiado violentos, con escasos lucimientos y una ausencia prácticamente absoluta de buen juego.
Y esa ausencia de ideas abarcó a casi todos. La Plata, Rosario, Santa Fe, la Boca, Parque Patricios, Lanus y Cuyo asistieron a demostraciones de muy bajo vuelo en la que los arcos resultaron elementos prácticamente decorativos, con una muy pobre cosecha de emociones y sólo cinco gritos de gol: pobreza total.
Pero lo peor es que en seis encuentros el marcador quedó en cero, registro poco habitual que no se producía en nuestro medio desde hace 23 años. Para encontrar un antecedente semejante hay que remontarse hasta el torneo Apertura de 1993 cuando en una jornada se registró una marca similar. Para tomar dimensión del tiempo transcurrido vale destacar que en esa jornada, disputada hace más de dos décadas atrás, en River –posterior campeón--, hizo su debut en la primera división Marcelo Gallardo, el actual conductor técnico de la escuadra millonaria.
Esa vez los partidos disputados entre el 11 y el 12 de septiembre en los que los arqueros no tuvieron que ir a buscar la pelota al fondo del arco fueron los que jugaron Boca-Estudiantes; Deportivo Español-Lanús; Argentinos- Gimnasia y Tiro; Platense-Ferro; Banfield-River y Gimnasia-Huracán.
El último fin de semana los clásicos –que tuvieron el colorido de siempre en las tribunas-- quedaron en deuda porque faltaron las ideas, se abusó de las asperezas y se careció de ingenio. Indudablemente la idea de amontonar choques lugareños no garantizó el brillo y a pocas horas de haberse jugado, la mayoría de esos partidos han pasado al olvido por ser absolutamente descartables.
La jornada estuvo dominada por la sequía de buenas intenciones y la falta de goles. El cruce de “los rivales de toda la vida” lejos de agregar más emociones las disminuyó a punto tal que el promedio de gol que se venía registrando hasta el momento cayó abruptamente. El temor a perder seguramente contribuyó a que la audacia sufriera recortes sustanciales, se tomen mucho más recaudos que otras veces y el arco rival pasara a ser una meta remota.
En definitiva en una jornada rodeada de mucha expectativa la gran mayoría quedó en deuda y la emoción del gol pasó para otra oportunidad.
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