Várices y deportes: ¿problema o solución?

Los especialistas insisten en destacar los beneficios de la actividad física y ofrecen tratamientos específicos para algunas patologías

La enfermedad varicosa suele ser una preocupación tanto para quienes comienzan a entrenar como para deportistas profesionales, ya que al no circular bien la sangre, los músculos se ven limitados y pueden generar molestias. Sin embargo, los especialistas insisten en destacar los beneficios de la actividad deportiva para quienes tienen padecen esta afección. “Si bien en el corto plazo las várices pueden generar incomodidades -como dolores, hormigueo o sensación de hinchazón-, a largo plazo realizar deportes resulta beneficioso para la salud de las piernas, en particular si se practica running, caminata o natación”, considera el doctor Miguel Ángel Gramajo Booth, médico flebólogo, orador en numerosos congresos nacionales y extranjeros y miembro del American College of Phlebology.

En tanto, en personas que llevan tiempo entrenando, lo que suelen padecer es lo que se conoce como “pseudovárices del deportista”. Para el especialista, “no se trata de una patología, sino de una reacción de adaptación al ejercicio físico intenso”. Este fenómeno consiste en el engrosamiento de las venas, que necesitan transportar más sangre para alimentar una mayor masa muscular. “A la vez, estas venas sobresalen porque se disminuye el panículo adiposo y entonces se notan las venas muy marcadas, que no son varicosas, es decir no están enfermas, son venas más desarrolladas”, explica el flebólogo.

Otra de las complicaciones más comunes para quienes hacen deporte son los calambres, muchas veces vinculadas. Estos tienen varias causas posibles, una las cuales puede ser una insuficiencia venosa que impide la correcta oxigenación de los músculos de las piernas, por lo que se acumula ácido láctico en ellos causando los típicos calambres. Sin embargo, existen otros desencadenantes de este cuadro, como errores en el entrenamiento o en la hidratación mientras se hace el ejercicio, que provocan un desequilibrio de electrolitos. “Si se sufren calambres a repetición y no se encuentra una causa es motivo de consulta médica”, sostiene el médico.

TRATAMIENTO

En ese sentido, Gramajo Booth recomienda la fleboterapia restaurativa, un tratamiento médico para tratar desde arañitas a grandes várices que repara las venas enfermas en lugar de extirparlas.

Consiste en la aplicación de inyecciones en la luz del vaso sanguíneo, aún del más pequeño, de una sustancia de origen natural que repara la pared de la vena, lo que permite que la sangre fluya con normalidad. En las manos, sirve para disminuir el tamaño de las venas del dorso, que se hacen más sobresalientes como un efecto común del envejecimiento; y en el mismo sentido, el tratamiento se puede aplicar en las pantorrillas y otros lugares del cuerpo con venas superdesarrolladas por ejercicio.

“Si bien en el corto plazo las várices pueden generar incomodidades -como dolores, hormigueo o sensación de hinchazón-, a largo plazo realizar deportes resulta beneficioso para la salud de las piernas, en particular si se practica running, caminata o natación”

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