EE UU habilitó el ingreso de transexuales a las filas del Ejército en un giro histórico

El Ejército de EE UU, uno de los más poderosos del planeta y con el mayor número de efectivos sólo por detrás de China, tomó ayer una decisión histórica al abrir sus puertas a los transexuales, que de ahora en adelante podrán ser reclutados y servir abiertamente. Pese a tratarse de una medida a la que se habían resistido algunos de los más altos mandos militares por el miedo a cómo podía afectar a las tropas, el secretario de Defensa de EE UU, Ashton Carter, anunció en una rueda de prensa desde el Pentágono que “con efecto inmediato” las Fuerzas Armadas quedan abiertas a los transexuales. El anuncio de ayer es la última muestra de un progresivo cambio de mentalidad en las Fuerzas Armadas estadounidenses, después de que en marzo se decidiese abrir todas las posiciones de combate a las mujeres, incluidas las de elite y los marines, de las que hasta entonces estaban excluidas.

Por otra parte, en mayo el Senado confirmó al primer secretario del Ejército abiertamente gay, algo muy significativo, ya que, si bien se trata de un cargo civil, se produjo menos de cuatro años después de que se pusiese fin a la política tácita de prohibir a los soldados u oficiales declarar abiertamente su homosexualidad. “Es lo correcto y otro paso para asegurar que reclutamos y mantenemos a las personas más calificadas, más allá de su orientación sexual. Además, ya hay transexuales sirviendo en el Ejército hoy en día -se estima que unos 2.500- y la profesión militar debe estar abierta a todos los estadounidenses, sin barreras”, subrayó.

Carter indicó que a los transexuales se les aplicarán los mismos estándares y procedimientos que al resto de los miembros del Ejército y que ahora se abre una fase de 90 días para elaborar guías para los distintos estamentos militares, desde los oficiales hasta los médicos. Desde el 1 de octubre, y con estas guías ya terminadas, los miembros del Ejército que se identifiquen como transexuales y que así lo deseen tendrán derecho a someterse a operaciones de cambio de sexo costeadas por el Departamento de Defensa, algo que supondrá un gasto adicional “mínimo”, según los cálculos del Pentágono.

PRIMER PASO, EN 2011

El primer paso para abrir las puertas del Ejército al margen de la orientación sexual se dio en septiembre de 2011, cuando el Congreso, a instancias de una resolución de la Justicia, puso fin a la política “Don’t ask, don’t tell” (No preguntes, no cuentes), implementada bajo el Gobierno del demócrata Bill Clinton (1993-2001). “Don’t ask, don’t tell” prohibía a quienes “mostrasen propensión o intenciones de perpetrar actos homosexuales” trabajar en las Fuerzas Armadas, al considerar que su presencia “crearía un riesgo inaceptable para los altos estándares de la moral, el buen orden y la disciplina, así como la unidad y cohesión que son esenciales para la capacitación militar”.

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