Árboles frutales en las calles, una tentación que no se toca

Naranjos, cerezos, moras y ciruelos ya le ponen color y perfume a las calles platenses. Pero en la mayoría de los casos, advierten, no son comestibles

Después de un invierno más crudo que los precedentes, el arbolado platense parece reaccionar a los primeros estímulos de los días templados con un vigor particular. Por estos días, los brotes asoman en numerosas especies, y ejemplares que en buena cantidad perduran en las veredas del casco histórico como naranjos, ciruelos, moreras, comienzan a poblarse con frutos tentadores... pero en pocos casos comestibles.

Los clásicos naranjos (Citrus aurantium) de calle 47 entre 1 y 10 son uno de los ejemplos más visibles. De atractivo e intenso perfume, quien pruebe alguno de los frutos que hoy asoman con exuberancia percibirá una marcada acritud; no en vano el nombre vulgar de la especie es “naranjo amargo”, por contraste con el “dulce” o Citrus sinensis.

De acuerdo con el censo forestal más reciente encarado por la Comuna, en la Ciudad hay alrededor de 460 naranjos amargos, distribuidos fundamentalmente en las calles 6, 11, 23, 26, 47 y 64. Pero también se encuentran comprendidos en el perímetro del casco urbano -entre 31, 122, 32 y 72, unos 400 ciruelos -los hay en calles, 5, 6, 30, 35 y plaza Olazábal- y un centenar de plantas de moras -en calles 22, 29 y 31- .

Producto de la iniciativa particular más que de planes oficiales, ya que casi no se implantan frutales desde hace décadas -más allá de reponer ocasionalmente los naranjos de 47 vandalizados o secos por enfermedad-, también hay en las veredas ciruelos, nogales, limoneros, paltos, olivos, nísperos, durazneros, bananeros, avellanos, damascos, manzanos, higueras y almendros. Escasos y aislados, en conjunto suman alrededor de 160 y suelen pasar inadvertidos.

En la mayoría de los casos, la idea de consumir sus frutos no es la mejor. Los expertos aseguran que aunque se tenga la certeza de que son comestibles, el entorno urbano condiciona la posibilidad de establecer si maduraron de la manera correcta y si fueron expuestos a agentes que desnaturalizaron sus cualidades.

“Los naranjos, por dar un ejemplo, no fueron plantados con una finalidad alimentaria o de consumo sino ornamental” explicó en ese sentido el ingeniero forestal Patricio Dowbley: “para disfrutar de las flores y el perfume. Como son plantas de origen subtropical, se benefician con un buen régimen de lluvias y reaccionan favorablemente al ascenso de la temperatura”.

Los frutos de los árboles de mora que pueden hallarse en el eje de avenida 60, en las inmediaciones de las facultades de Veterinaria y Agronomía de la Universidad Nacional, sí pueden comerse -siempre y cuando no se recojan del piso-. Pero las tendencias en paisajismo y forestación de las grandes ciudades alejan este tipo de especies de las veredas y apenas las reservan para algunos parques, no en grandes cantidades.

“Existen razones fitosanitarias y de otros tipos para no plantar frutales en veredas” explican los especialistas: “por un lado, la extracción inadecuada de los frutos podría dañar a los árboles; por otro, esos frutos suelen resultar atractivos para palomas y otras plagas que se trata de combatir”. Los árboles con frutos secos, como nogales o avellanos, resultan puntualmente muy atractivos para los roedores.

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