“Juntar chicos como corderos y luego borrarse cuando la sopa se pone espesa”
| 25 de Septiembre de 2016 | 01:15

Por LEOPOLDO MANCINELLI*
Los adolescentes se preparan para una fiesta que les viene calentando la cabeza desde hace quince días. En este caso la convocatoria es seria. Seria e intrigante. Porque la reunión se hace en una quinta apartada del centro. La entrada es muy barata. Cada cual lleva lo que va a tomar. Además, y esto es todavía más apasionante: se pueden llevar armas. La intriga es cada vez mayor, y las consignas que invitan a la fiesta resultan de lo más curiosas; todas apelan a la libertad, a la posibilidad de hacer exactamente lo que te dicte tu deseo, a que hagas en tu fiesta lo que nunca te animaste a hacer, etc..
El escenario está armado para la inminente tragedia. Un adolescente muerto es argumento suficiente para suspender la velada y dedicarse a investigar sobre las causales de este episodio. Seguramente serán los adultos los primeros en tomar la posta y dar las explicaciones del caso. ¿Estaban dadas las condiciones para que en ese lugar se invitara a tanta gente? ¿Fueron prudentes las arengas publicadas en las redes sociales?
Justamente en unas declaraciones radiales, la Jueza de Menores de Moreno se alarma de la falta de límites, cuando los chicos exhiben armas de fuego sin pudor.
Es entendible que los adolescentes caigan una y otra vez en esta clase de estafa, porque están en un período de egocentrismo, de engreimiento, de necesidad de mostrarse, probarse y, si es necesario, sacrificarse por mantener una imagen, gustar a una chica, o pelearse para cubrir su honor.
Pero no es comprensible que tantos padres dejen sus hijos a merced de los vendedores de drogas e ilusiones. No es fácil explicar porqué no se oponen con firmeza, si saben que esos lugares son utilizados para juntar chicos como corderos y luego borrarse cuando la sopa se pone espesa.
* Psicólogo
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