En Punta del Este, la “movida” joven de este año se trasladó a Manantiales

De pueblo “olvidado” a orillas del mar, pasó a ser el centro del movimiento esteño en este verano

La “movida” juvenil de Punta del Este se instaló este verano en Manantiales, un pueblito al cual parecía que la moda le hubiera pasado por encima para irse directo a José Ignacio, y sólo lo mantenían algunos locales como “Cactus y Peces” en la bajada a la playa Bikini, con un menú a la carta de unos 40 dólares por persona y un menú turístico de 29, en la misma moneda.

Pero el corazón de Manantiales, hace casi veinte años, cuando apenas algunos audaces se animaban, era y es “No me olvides”, con mesas de colores y carteles pegados en las paredes que dicen, por ejemplo, “No hay wi fi: hablen entre ustedes”, y otro que señala “A los clientes parece no importarles que los mozos estén distraídos”, firmado por los mozos, claro.

En el mismo local, para anunciar que hay una farmacia, al lado ponen “Se venden drogas”, con una flecha que indica la dirección.

Florensia, una de las mozas, con el pelo en tonos celestes y la pollera corta, quien decidió que su nombre se escribiera con “s”, cuenta desde allí que “lo fuerte de este lugar es la pizza y la parrilla y también la variedad de tragos; está siempre lleno y esperan mesa”.

Muy cerca de este bar pionero abrió este año “Keep Rolling”, también con el informal estilo de su vecino, y un local al lado, “Rafa”, en donde se venden todas esas cosas que la gente se da cuenta que están de moda y que son muy útiles, recién cuando llega a la playa: bolsos, vestidos livianos, sombreros Panamá, collares...

“Estamos todo el año en Punta del Este y estuvimos en La Barra cuando era más informal, por eso nos mudamos ahora a Manantiales, porque la movida está acá”, apunta Rafael Palatnik, dueño del local.

También hay chiringuitos callejeros que venden ropa y bolsos de la india al estilo “hippy chic”, y tras los cuales se amontonan las chicas buscando algo interesante o una buena oportunidad.

Una heladería porteña, de alto voltaje, se instaló en una de las más codiciadas esquinas de este pueblo a la orilla del mar, y cuando la noche se vuelve caliente ofrece una respuesta liviana, dulce y fresca.

Así transcurren los días en Manantiales, donde al mediodía, al atardecer o a la noche, siempre hay gente, y donde todavía el deseo corretea por las mesas y atrapa corazones.

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José Ignacio
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LA BARRA
Manantiales
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Punta
Rafael Palatnik

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