A medio siglo del histórico acuerdo que sentenció que “la Luna no es de nadie”
Edición Impresa | 11 de Octubre de 2017 | 03:51

Cuando los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin plantaron una bandera de EEUU en la Luna, en julio de 1969, ese gesto no supuso ningun reclamo territorial sobre el satélite, porque ya lo prohibía expresamente el Tratado del Espacio Exterior, de cuya entrada en vigencia se cumplieron ayer 50 años. Ya por entonces, se sabía que la Luna no era ni podría ser de nadie.
Aquel tratado comenzó a aplicarse el 10 de octubre de 1967, en plena Guerra Fría, y con el temor de que la carrera nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética se trasladara a la órbita terrestre.
De ahí que se acentuara que la exploración espacial tenía carácter pacífico en beneficio de “todos los pueblos”, y se definía a los astronautas como “enviados de la humanidad”.
“El Tratado sobre el Espacio Exterior de 1967 establece los principios fundamentales del derecho espacial internacional”, explicó en este aniversario la directora de la Oficina de Naciones Unidas para el Espacio Exterior (Unoosa), Simonetta Di Pippo.
El documento recoge la libertad de exploración, establece que ni la Luna ni ningún otro cuerpo celeste está sujeto a apropiación por una demanda de soberanía mediante el uso, la ocupación o por cualquier otro medio.
También prohíbe ensayos y el despliegue de armas nucleares y de destrucción masiva, y veta maniobras y bases militares en el Espacio.
“Nada de todo esto se ha violado en este último medio siglo -destacó Di Pippo, la astrofísica italiana responsable de la ONU que vela por que se cumpla este tratado- la cooperación entre Estados, que pueden estar en desacuerdo en otras esferas, muestra el poder que el Espacio tiene para unir a países y pueblos. Este es un principio básico de la diplomacia espacial”.
Los breves 17 artículos del Tratado, apenas cinco folios y con definiciones a veces vagas y generales, contrastan con la precisión del Derecho del Mar, que se usó como inspiración.
“La Ley del Mar tiene un fondo histórico más extenso, ya que el transporte marítimo se ha utilizado durante miles de años, mientras que las actividades en el Espacio tienen sólo 60 años”, expuso la experta.
Di Pippo subraya que la normativa internacional establece que “ni la superficie ni el subsuelo de la Luna, así como de otros cuerpos celestes, ni ninguna parte de los recursos naturales allí existentes pueden ser apropiados por Estados, organismos privados o personas particulares”.
La directora de Unoosa también recordó que cada Estado firmante del tratado -107 en la actualidad, entre ellos todas las potencias espaciales- está comprometido a hacer cumplir la normativa a sus empresas.
Mientras tanto, y para precisar aun más los alcances del tratado, las agencias espaciales han detectado en estos años unos 20.000 objetos mayores de 10 centímetros que vuelan en órbita baja -hasta 2.000 kilómetros sobre la Tierra-, pero no hay información de objetos más pequeños. Ninguno de ellos, al igual que la Luna, podrá ser de nadie.
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