“Heidi” lo hizo otra vez

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Corría marzo de 2013 y las elecciones de 2015 aparecían como una incógnita irresuelta en el horizonte lejano del Pro. Eran los tiempos en los que María Eugenia Vidal, por entonces vicejefa del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, aun podía caminar por la calle sin que a nadie se le moviera un pelo.

Sentada en los sillones de su amplio despacho de Bolívar 1 se sinceró, casi en tono de confesión, con el cronista. “Bajar a la Provincia es una opción. El Pro casi no tiene estructura en el conurbano. Yo voy a salir a caminarlo. Todo lo que se logre, -aunque sea poco- será ganancia, pero es un desafío que me interesa”.

Lo que vino después es conocido. Derrotó a Aníbal Fernández, el candidato de Cristina Kirchner y se convirtió en gobernadora. Tal vez, la única desde Eduardo Duhalde a esta parte, que ha sabido construir (y usar) el poder real en territorio bonaerense.

Tras dos años de gobierno en el distrito más complicado de la geografía nacional, mantiene un altísimo nivel de imagen positiva (el mejor de todos los políticos de la Provincia).

Cuando la lógica indicaba que para vencer a Cristina candidata en la Provincia lo más aconsejable era enfrentarla con Lilita Carrió, se encontró con que sus “soldados” iban a ser Esteban Bullrich y Gladys González.

Hoy, con los resultados puestos, puede decirse que aquella fue una jugada a dos bandas. Puertas afuera, demostró ser casi la dueña de la Provincia. Puertas adentro, será Horacio Rodríguez Larreta el que tendrá que lidiar con el 50 % que Carrió obtuvo en la ciudad de Buenos Aires.

Tal como ocurrió para las generales de 2015 y para las PASO 2017, volvió a ponerse la campaña al hombro y le entregó al presidente Macri otro triunfo en la Provincia y esta vez por encima del 40 % de los votos.

El 10 de diciembre arrancará la segunda mitad de su mandato. Tendrá 43 diputados en la Legislatura provincial (4 menos de los necesarios para tener quórum propio) y 29 senadores (con 31 lograría los dos tercios) que le aseguran una holgada mayoría.

Seguridad (donde los logros deberían ir mucho más allá de la lucha contra la corrupción policial), salud, educación, cobertura social y obra pública seguirán siendo sus caballitos de batalla.

Entre los desafíos anota obtener una victoria -aunque fuera parcial- con su justo reclamo por los fondos coparticipables del Conurbano y no ceder un milímetro en su lucha contra las mafias y el narcotráfico.

Su actual contrato con la gente vence en 2019, aunque puede usar la opción a cuatro años más. Toda otra posibilidad, por ahora, depende de Macri.

 

 

 

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