Familias disfuncionales, melancolía y humor seco: la fórmula de Baumbach que siempre cautiva
Edición Impresa | 27 de Octubre de 2017 | 03:40

Es fácil burlarse del cine de Noah Baumbach: el cineasta neoyorquino revisita una y otra vez sus obsesiones (las familias disfuncionales, los protagonistas masculinos frustrados) como si no fuera capaz de asimilar el crecimiento que atraviesan sus propias criaturas en sus filmes y volviera siempre al mismo punto de partida a la hora de enfrentar la hoja en blanco.
Cuando Baumbach no está proyectando un filme en pantalla es, en este sentido, fácil achacarle su obsesión por el cine de Woody Allen, sus personajes y diálogos neuróticos: pero cuando Baumbach se proyecta, y lo que proyecta es alguno de sus grandes éxitos, resistirse es más difícil.
Es lo que vuelve a suceder con “The Meyerowitz Stories”: el cineasta retorna al habitual tono melancólico de sus personajes perdidos que intentan usar sin demasiado éxito máscaras de normalidad, pero que no pueden escapar a sí mismos, a sus propias fantasmas, solo con gestos o palabras, habitantes de unas neurosis que los ponen al borde de ser desagradables, pero que, bajo el lente de Baumbach, se vuelven adorables perdedores.
La cinta relata la historia de una familia regida por Dustin Hoffman, artista y padre ausente de dos de sus hijos, y padre demasiado presente de su tercer hijo: esta dinámica alimenta rencores filiales, mientras los dos hijos rechazados intentan ganarse el favor del padre que nunca estuvo, y el hijo favorecido no puede evitar sentir una profunda irritación cada vez que está a la sombra de su padre.
Se trata de una historia coral, alimentada por dos factores:
1) el talento del elenco: Hoffman siempre es brillante, al igual que Emma Thompson; Ben Stiller y Elizabeth Marvel dotan a sus personajes de humanidad; y Adam Sandler vuelve a demostrar que cuando no hace “una de Adam Sandler” es un brillante actor, un payaso triste que esconde ríos de melancolía, el material perfecto para “una de Baumbach”.
2) el trabajo con el lenguaje: aspecto clave del cine del neoyorquino, los diálogos de Baumbach han sido descriptos como rítmicos y ácidos, pero detrás de la comedia el director esconde la verdad de sus criaturas patéticas. Las palabras que cada personaje pronuncia no son sino los engaños que cada uno se relata a sí mismo para continuar, pero esas fachadas se van descascarando cuando los hermanos son forzados a pasar tiempo juntos y enfrentar la posible muerte del padre de familia. Así, y al revés del cine colmado de exposición que vemos habitualmente, cada palabra que pronuncia cada Meyerowitz los pinta de cuerpo entero, pero por oposición a lo que dicen: el lenguaje revela sus miedos e inseguridades mejor y de una manera más contundente que cualquier gran discurso catártico, y es clave para establecer empatía en el espectador, que lejos de mirar a los Meyerowitz como seres fallados, se reconoce en estas mentiras tan tóxicas como necesarias para sobrevivir.
Actores y texto son retratados bajo la cámara de Baumbach a través de una cámara íntima, que se pega a sus criaturas en lugar de juzgarlas, y por lo tanto profundamente dulce y melancólica. Visualmente es una de las películas más musicales del directores, quizás con la hiperindependiente “Frances Ha”, que reflejan la madurez de una voz clave del cine independiente de Estados Unidos, capaz de sobreponerse a los abucheos de Cannes: “The Meyerowitz Stories” estrenó en el festival en medio de críticas por ser una película que nunca iba a verse en cines (fue producida por Netflix para su plataforma) pero, finalmente, nada de eso importó y, como sucede cada vez, más de uno volvió a caer rendido, contra su propia voluntad y prejuicios, al cine de Baumbach.
Disponible en Netflix.
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