A la hora de la siesta, dos motochorros sorprendieron a 3 hermanos descansando

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Eran casi las tres de la tarde y el sopor veraniego de este viernes mantenía en descanso a tres hermanos de 16, 18 y 20 años en una de las piezas de su casa, situada en 57 entre 155 y 156, Los Hornos. A Álvaro Berríos, el mayor de la casa, lo hizo saltar de la cama el ruido de un postigo de madera. Cuando entró a la cocina se encontró con un ladrón que, arma en mano y a cara descubierta, se disponía a robar artículos electrónicos y plata antes de huir en moto junto a un cómplice.

“Cuando entré en el comedor, el ladrón, que había entrado por la ventana, ya estaba preparando el televisor para llevárselo. Me vio y dijo andá para la habitación y no llamen a la Policía”, contó Berríos.

Así, los hermanos quedaron encerrados en la pieza mientras se sumaba otro ladrón y recorrían la casa buscando plata. La encontraron en la habitación de la madre, que en ese horario estaba en su trabajo.

Los delincuentes actuaron sin esconder sus rostros. Se calcula que ambos rondan entre los 20 y los 25 años. En las primeras horas posteriores al asalto, sus rostros no resultaban familiares para alguien en la zona.

Los tres hermanos salieron ilesos, según contó Álvaro, el mayor. No obstante, unas horas después revivían el miedo que les provocó padecer la presencia de un arma de fuego en la casa.

ENCERRADOS EN LA PIEZA

“Nos quedamos encerrados mientras ellos revisaban todo. Encontraron 500 pesos en la pieza de mi mamá”, apuntó el joven dueño de casa, estudiante universitario.

La situación no pasó desapercibida en el barrio. Si bien la casa está ubicada en el fondo del terreno, a unos 15 metros de la calle, a los costados está más cerca de los vecinos. Y los ruidos encendieron la alarma: “una vecina que escuchó lo que pasabe empezó a los gritos. Entonces, los ladrones decidieron irse”, apuntó Berríos.

Así, los delincuentes corrieron por el patio ubicado hacia el frente y treparon un portón de dos hojas, formado con un enrejado de madera de dos metros de alto.

Afuera los esperaba la moto negra en la que habían llegado.

Unos minutos después, a partir del pedido de auxilio realizado por los vecinos, una patrulla policial acudió a la vivienda. Los efectivos hablaron con los jóvenes -quienes habían quedado encerrados durante el asalto- y salieron a buscar a los motochorros.

Mientras se aguardaba la vuelta de la madre a casa, los chicos se preparaban para radicar la denuncia. También esperaban una segunda visita de la Policía al domicilio para los primeros peritajes en la escena del delito.

ROBOS EN EL BARRIO

Un par de horas después del robo, en la cuadra algunos vecinos compartían mate y refrescos en familia, en el patio o la vereda.

Para el joven afectado por la entradera, la realidad es menos amigable que la postal de la tarde de ayer. “Algunos robos hubo en el barrio, que es un poco peligroso. Sobre todo cuando se ve gente en moto pasando. Más todavía en estos días, cuando se acercan las fiestas de fin de año”.

A la familia de Berríos no le había tocado aún. “Es la primera vez que nos pasa algo de este tipo”, mencionó el joven.

En el contexto que describió le llamaba la atención la audacia de los ladrones como para saltar el portón de dos metros de alto (asegurado con una cadena y candado), cruzar el patio e ingresar a la casa forzando el postigo de madera.

“Es llamativo porque la hoja de la ventana estaba abierta, pero el ladrón forzó el postigo. Quizás pensaron que no había nadie en la casa”, analizó.

 

Dato
A las 14.45 cuando se calcula que ocurrió la entradera, en la casa había tres jóvenes de 16, 18 y 20 años descansando en una habitación. Los ladrones los mantuvieron encerrados en la pieza mientras buscaban dinero y artículos electrónicos.

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