Shows derivados Una nueva fórmula ganadora

Los “spin offs”, series que nacen como subproductos de otros programas más exitosos, pueblan cada vez más la pantalla chica. Las razones de un fenómeno que crece

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¿Qué es un spin off? La palabra que suena cada vez más en torno a las novedades de las pantallas chica y grande podría traducirse como un subproducto, algo que emerge de otras historias, otros universos, para constituirse de manera relacionada pero paralela. Es decir: un spin off no es una secuela, o una precuela, sino una historia que toma algunos elementos de una serie o una película (personajes, tramas, reglas) pero que se cuenta en un cuento diferente.

Es una fórmula que existe hace décadas: shows tan reconocidos como “Frasier”, “Mork y Mindy”, “Daria”, “Angel” y hasta “Star Trek: La Nueva Generación” fueron diseñados allá a lo lejos y hace tiempo como un modo de aprovechar el éxito que había conseguido una serie cuando esta había acabado su tiempo en la pantalla chica.

El recurso, sin embargo, era reservado para shows exitosísimos y, en general, mirado con desconfianza por la audiencia, sospechosa de que solo se tratara de un modo de continuar exprimiendo un suceso televisivo. “Joey”, el spin off de “Friends”, por ejemplo, fue recibido con entusiasmo por los millones de fans de la sitcom, pero tras dos o tres episodios de la serie los seguidores de la clásica serie de los ‘90 desataron su ira (en tiempos anteriores a las redes sociales, la serie pudo alcanzar, a pesar de las críticas negativas de especialistas y televidentes, dos temporadas).

COSTUMBRE

Pero lo que supo ser un recurso a cuentagotas se está convirtiendo, en la era de oro de la tevé norteamericana, en una costumbre: la cantidad de shows con una base de seguidores que ameriten nuevas entregas y nuevas historias se ha multiplicado en los últimos años, y así el spin off se ha convertido en uno de los modos en que la industria audiovisual estadounidense ha conseguido renovarse sin correr demasiados riesgos.

Este será, de hecho, un año marcado en la pantalla chica por estos subproductos, con varios spin offs ya estrenados (“24: Legacy”, “Legion”) y otros por venir (“The Punisher”), una temporada coronada por el anuncio de una serie que tratará sobre la temprana infancia de Sheldon Cooper, el personaje más popular de “The Big Bang Theory”. El protagonista de “Young Sheldon” será encarnado por Iain Armitage, conocido por su participación en la serie “Big Little Lies”. La producción del nuevo envío estará a cargo de Chuck Lorre, el creador de la serie original.

La televisión imita así a su hermano mayor, el cine, quien hace años se ha volcado a esta verdadera “industria del refrito”, aprovechando el llamado “porno de la nostalgia” para revivir (“rebootear”) viejos clásicos y generando secuelas, precuelas, spin offs y universos de cada una de sus propiedades: actualmente se están preparando 171 productos derivados de otras franquicias en Hollywood.

Pero la audiencia es hoy otra a la que hace diez años miraba televisión o cine de forma recreacional: hoy series y películas son una verdadera pasión para los espectadores, que examinan cada minuto de video exhaustivamente, obligando a la industria a realizar productos de manera cuidada, tan apasionada como sus seguidores, y con el afán de lucro en una segunda posición.

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